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¡FELIZ SAN VALENTÍN!
En nuestro cerebro se producen una serie de cambios químicos cuando sentimos atracción por alguien.
Por lo general, el sentimiento de enamoramiento siempre se ha relacionado con el corazón. Sin embargo, la neurociencia descubrió que el amor se crea en el cerebro a través de unos procesos que se activan cuando una persona siente atracción por otra. Es decir, estar enamorado también produce unas curiosas reacciones químicas en este órgano. Te lo contamos.
Según la ciencia, el amor es un complejo proceso neurológico que involucra diferentes regiones cerebrales, como el hipotálamo, la corteza prefrontal, la amígdala y el núcleo accumbens. La dopamina juega un papel crucial en la fase inicial del enamoramiento, desencadenando intensas sensaciones de placer y recompensa.
Un estudio publicado en la revista estadounidense CNS Spectrums demostró que la dopamina se encuentra en mayores concentraciones en las personas enamoradas, un factor que explicaría todo el universo de emociones y estados de ánimo que se experimentan al enamorarse: la alegría, el aumento de energía, el deseo de unión psíquica y sexual con el otro y, más en general, el placer asociado a la relación.
Según expertos de la Universidad Johns Hopkins de Estados Unidos, lo de las mariposas en el estómago es real. Estas se sienten debido a una reducción del flujo sanguíneo. Esta sensación se produce como resultado de la liberación de adrenalina que causa un aumento de la frecuencia cardíaca y de la presión arterial y como consecuencia de ello se envía más sangre a los músculos.
Las mismas sustancias que producen la euforia y la excitación, también desactivan el área responsable del pensamiento crítico, del control de los impulsos, de la razón y del juicio. Así, en una especie de ceguera de amor, el ser humano se vuelve incapaz de ver y evaluar los defectos o intenciones de la persona a la que ama.
Una vez que la etapa inicial pasa, la química del sistema comienza a estabilizarse y los niveles de serotonina vuelven gradualmente a la normalidad. Ahí entra en juego la oxitocina, un neurotransmisor relacionado con la estabilidad de los vínculos.
Según recoge el medio Vanity Fair, tal y como explica la profesora Donatella Marazziti, psiquiatra y neurocientífica italiana, "bastan seis milisegundos para enamorarse y otros seis para entender lo que está sucediendo: veo a una persona que me atrae, en seis milisegundos estoy preparado para huir o para atacar y seis milisegundos después el córtex prefrontal me dice "huye" o "relájate". Se trata de procesos subcorticales que explican la belleza del enamoramiento, que puede definirse como un miedo sin miedo".
Natalia López Moratalla, catedrática de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Navarra, asegura que "los estudios realizados indican que las mujeres emplean más la oxitocina, la hormona de la confianza". Esto produce un aumento en los niveles relacionados con el contacto físico y la mirada, ya que domina la empatía emocional.
Por el contrario, explica que "los hombres usan más la vasopresina, que potencia la testosterona y facilita una empatía más racionalizada, y aumenta la detección de estímulos eróticos".