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CONSEJO
Averiguamos la forma correcta de dejar entrar el aire en los pulmones sin dejar pasar alguna partícula de más.
Respirar resulta algo tan natural en el ser humano que no nos paramos a pensar cómo lo hacemos y, por consiguiente, si lo hacemos correctamente. En realidad, quizá deberíamos replantearnos la forma en la que lo hacemos, ya que existen ciertas diferencias para la salud d en nuestro cuerpo entre respirar por la nariz y por la boca.
A pesar de que, desde un punto de vista general y aparente, el efecto resulta el mismo, a la hora de llenar los pulmones no se hace exactamente de la misma manera. En ese sentido, cuando respiramos, al aire pasa junto al resto de partículas presentes e invisibles en el ambiente. Polvo, bacterias, virus..., partículas de todo tipo que permanecen en suspensión en el entorno y que, inevitablemente, se depositan en las vías respiratorias y los pulmones al inspirar.
Sin embargo, cuando respiramos por la nariz, esto sucede en menor medida. Dentro de nuestra nariz, existen hay miles de protuberancias microscópicas conocida como cilios. Estas se encargan de atrapar todas las partículas, todo ello sin obstruir el paso del aire. Asimismo, la mucosa de la nariz también supone una especie de filtro con los patógenos del aire. A pesar de que la boca también contiene mucosa, no es capaz de realizar esta misma función.
Además, respirar por la boca no sólo deja entrar partículas innecesarias, sino que también puede llegar a alterar la forma de los huesos de la cara. En ese contexto, puede provocar que la mordida se desvíe, así como causar problemas en el cuello e, incluso, dolores de cabeza recurrentes.
Por todo esto, lo natural sería respirar por la nariz, y, por lo tanto, dejar las bocanadas de aire por la boca solo para algunas ocasiones en las que realmente sean necesarias.