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NO ES TAN BUENA COMO PARECE
La famosa esponja de ducha que muchas personas utilizan para limpiarse de una mejor manera no solo puede no ser buena, sino que puede causar enfermedades de la piel.
No existe una rutina fija a la hora de ducharse que ordene las zonas que hay que lavar o que explique cómo hacerlo; cada persona tiene su forma de hacerlo y con sus tiempos marcados. Es por eso que muchas personas utilizan esponja o un cepillo y otras no.
En el caso de las esponjas, estas son una buena alternativa para no desperdiciar nada de jabón y para extenderlo más cómodamente. Pero a pesar de que es más cómoda y suave que las propias manos o que un cepillo, en el ámbito de la salubridad, quizá no sea lo mejor.
A pesar de que su propósito principal es la limpieza, la esponja acumula microorganismos. Estos organismos no son solo las células muertas que se desprenden de la piel cuando se frota, sino que también cientos de microorganismos acuden a ella por estar en un ambiente cálido y húmedo.
Es por esto que los expertos recomiendan cambiarlas cada tres semanas. Este es el periodo en el que la esponja aún se encuentra libre de visitantes y cumple su función a la perfección. En caso de que no se esté muy por la labor de cambiar de esponja tan frecuentemente, también se puede limpiar en lejía y dejar secando fuera de la ducha para alargar su vida útil.
En el caso de que se ignoren las recomendaciones y se use la misma esponja durante mucho tiempo, es posible contraer enfermedades como foliculitis y otras afecciones de la piel. Es más, las personas que tienen un sistema inmunitario más débil pueden verse afectadas más fácilmente por el uso de la esponja. Para evitar correr cualquier riesgo, para estas personas es mejor opción seguir con el método clásico de extender el jabón con la mano.