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La importancia del sueño en la salud mental

Un estudio analiza el impacto del insomnio en los trastornos psiquiátricos. Y viceversa.

Mujer mayor con insomnioiStock

Las estadísticas señalan que una de cada cuatro personas tendrá un trastorno de salud mental a lo largo de su vida. Si a eso le sumamos que cerca de un 60% de los menores de 25 años ha sufrido al menos un problema de salud mental en el último año, es obvio que cada vez son más necesarias las intervenciones en este campo de la salud. Y la investigación.

Si bien muchos estudios se centran en diferentes tratamientos, pocas veces se exploran las relaciones entre la salud mental y los problemas de sueño… pese a que pasamos casi un tercio de nuestra vida durmiendo. Tanto impacto puede tener el sueño que sería capaz de desencadenar o empeorar una variedad de trastornos psiquiátricos, según un estudio publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences. Los resultados señalan que comprender mejor la relación entre el sueño, los ritmos circadianos y la salud mental podría desbloquear nuevos tratamientos para aliviar los problemas de salud mental.

Los autores, liderados por Sarah L. Chellappa analizaron las rutinas de sueño de adolescentes y adultos jóvenes con trastornos psiquiátricos. La elección de este grupo tuvo que ver con que a estas edades las personas corren mayor riesgo de desarrollar trastornos de salud mental y, al mismo tiempo, es más probable que se produzcan alteraciones del sueño.

"Las alteraciones circadianas del sueño son la regla, más que la excepción, en todas las categorías de trastornos psiquiátricos – afirma Chellappa en un comunicado -. Los trastornos del sueño, como el insomnio, se comprenden bien en el desarrollo y mantenimiento de los trastornos psiquiátricos. Es importante comprender cómo interactúan estos factores para que podamos desarrollar y aplicar intervenciones que beneficien tanto el sueño como los síntomas de salud mental de los pacientes".

La relación entre sueño y trastornos mentales son de ida y vuelta. El insomnio, por ejemplo, es más común en personas con trastornos de salud mental que en la población general. Tanto que afecta a más de la mitad de las personas con psicosis temprana. Cerca de un tercio de las personas con trastornos del estado de ánimo tienen tanto insomnio como hipersomnia (no pueden dormir de noche y de día están agotados).

Los autores también descubrieron que un tercio de los voluntarios con trastorno bipolar tienen horarios de sueño alterados: se duermen y se despiertan más tarde de lo habitual. Pero eso no es todo. Durante los episodios maníacos, el reloj biológico se altera tanto que el sueño se adelanta siete horas y se atrasa hasta cinco horas en la fase depresiva.

Esto podría tener que ver con los cambios fisiológicos de nuestro sueño combinados con los cambios hormonales y de conducta durante la adolescencia, como acostarnos tarde para estudiar o para salir de fiesta, dormir poco durante la semana y mucho los fines de semana.

"Esta variación en la duración y el horario del sueño – añade el coautor Nicholas Meyer - puede provocar una disparidad entre nuestro reloj biológico y nuestros ritmos de sueño-vigilia, lo que puede aumentar el riesgo de alteraciones del sueño y resultados adversos para la salud mental".

El equipo de Chellapa también analizó el papel de los genes, la exposición a la luz, la neuroplasticidad y otros posibles factores en la relación entre el sueño (o la falta de él) y la salud mental. Gracias a ello descubrieron que quienes tengan una predisposición genética a grandes diferencias entre el descanso y la vigilia tienen más probabilidades de experimentar depresión, inestabilidad del estado de ánimo y neuroticismo. Por otra parte, aquellos voluntarios que señalaban pasar más tiempo al aire libre tenían una menor probabilidad de sufrir trastornos del estado de ánimo, tanto como para recomendar paseos o al menos fototerapia (el uso de luz artificial por la mañana) en casos de depresión unipolar y bipolar.

Otro factor que se analizó fue la rutina de trabajo: un horario nocturno afecta negativamente a la salud mental y una solución podría ser comer de día, pese a que estas sean las horas de sueño. Las hormonas implicadas en el apetito y la saciedad, vinculadas a otras que están presentes durante el día, tendrían que ver con esta influencia positiva en la salud mental.

"En conjunto – concluye Chellappa -, la investigación sobre salud mental y los avances en la ciencia del sueño demuestran que la comprensión de ambos debe ser considerada para el tratamiento de los trastornos psiquiátricos".