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EMPRESA DEL MILLONARIO ELON MUSK
Los cohetes fueron lanzados por el propulsor Falcon 9 el pasado 3 de febrero. La empresa asegura que no hay riesgo de colisión.
El pasado jueves, 3 de febrero, 49 satélites Starlink, de la empresa SpaceX, despegaron del Centro Espacial Kennedy de Florida, Estados Unidos. Sin embargo, su trayectoria no fue bien estudiada, ya que estos dispositivos fueron, directamente, hacia una tormenta electromagnética.
La tormenta geomagnética es una perturbación de la magnetosfera de la Tierra, el área que la recubre y que está controlada por su campo magnético. Estos fenómenos producen que la atmósfera se caliente y aumente la densidad atmosférica. Este hecho impide que un objeto salga de la atmósfera y, al mismo tiempo, atrae a los objetos que se encuentran en la órbita hacia la Tierra.
Después de la tormenta, solo 9 de los satélites que había lanzado SpaceX quedaron a salvo, habiéndose destruido 40 unidades. La empresa de la que Elon Musk es director general transmitió calma al respecto, explicando que los satélites se quemarían en la atmósfera de la Tierra.
Problemas con la resistencia atmosférica
Cuando ya estaban en plena tormenta, el equipo de SpaceX ordenó a los satélites que activaran su "modo seguro" para que se dejaran arrastrar y que la tormenta no les afectara. Sin embargo, la tormenta impidió que los satélites reaccionaran y alcanzaran una órbita más alta.
Ante los hechos, la empresa SpaceX se apresuró a aclarar que los satélites que salieron de la órbita por la tormenta electromagnética presentan un riesgo de "colisión cero" con otros satélites. Además, explicó que los dispositivos fallidos entrarían de nuevo en la atmósfera y, que en ese momento, se desintegrarían. De este modo, los satélites afectados por la tormenta no generan ningún residuo ni peligro de colisión.
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