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CURIOSIDAD
El hambre y la soledad están directamente relacionadas, ya que ambas comparten la misma actividad cerebral y son perjudiciales para nuestro organismo. Te contamos cómo se relacionan y porque debemos de evitarlas.
Teóricamente el cuerpo puede estar 40 días sin comer, pero no es muy recomendable dejar pasar medio día sin hacerlo. El hambre es una de nuestras necesidades básicas que debemos cumplir, al igual que dormir o beber. Pero somos animales sociales, y las interacciones entran también dentro de esas necesidades, ¿pero hasta qué punto son de importantes? ¿Puede ser similar al hambre?
Comer es necesario para tener fuerza y energía, pero se ha demostrado que el aislamiento social también nos afecta. Al cabo de ocho horas sin comer o sin interactuar, podemos mostrar porcentajes de cansancio casi idénticos. Incluso si se nos priva de ambas cosas en la mayoría de las veces preferimos la compañía y el contacto que la comida.
Cuando sentimos hambre o que estamos solos, curiosamente se activan las mismas áreas del cerebro. Del mismo modo que tenemos ciertos antojos de comida los podemos tener por la necesidad de comunicarnos con alguien. Por lo tanto, el hambre y la soledad están directamente relacionados, y los dos pueden causar ciertos desajustes en nuestro estado emocional y psicológico
Como presentan actividad cerebral similar, si no podemos cubrir nuestras necesidades sociales, el cerebro tiende a buscar un sustitutivo en la comida. Es una respuesta muy similar a la que tenemos cuando sufrimos ansiedad o estrés. Nuestro cuerpo considera tan importante la comida como las relaciones e interacciones sociales. También depende de lo solitaria que sea la persona en cuestión: puede afectar más o menos y se notará de diferente manera.