ALICANTE
Viajamos hasta Alicante para conocer la historia del Monasterio de la Santa Faz y por qué llegó esta importante reliquia hasta este lugar.
Es el momento más que perfecto para poner rumbo a la ciudad de Alicante, donde encontramos un gran número de construcciones, monumentos y rincones verdaderamente sorprendentes e impactantes. Un claro ejemplo lo encontramos en el impresionante Monasterio de la Santa Faz.
También conocido como Monasterio de la Verónica, es un monasterio de clausura en cuyo interior se conserva nada más y nada menos que la Santa Faz de Alicante. Es decir, se trata de una impresionante reliquia de la Santa Faz que, según la tradición, sería uno de los pliegues del paño con el que Verónica limpió la cara de Jesús en su camino al Calvario.
Según la tradición, el origen de esta devoción a la Santa Faz nos hace viajar al siglo XV. Por aquel entonces, el mosén Pedro Mena, que era cura de San Juan de Alicante, viajó hasta Roma. Fue allí donde le obsequiaron con un lienzo de la faz de Jesús al que se le llegó a atribuir la salvación de Venecia de la temida peste.
Hay una leyenda que asegura que este cura guardó el lienzo en el fondo de un arcón pero que, a pesar de ello, siempre aparecía en la parte superior. Así pues, por falta de lluvia, a mediados de marzo de 1489 quiso sacarlo en rogativa. Nada más llegar al barranco de Lloixa, el portador fue incapaz de sostener el lienzo, viendo como brotaba una lágrima de él. Ese es el primer milagro al que se le atribuye este lienzo.
En ese mismo punto se tomó la decisión de construir nada más y nada menos que el monasterio. En un primer momento, se optó por erigir una iglesia y un claustro, pertenecientes a la Orden de los Jerónimos. Fueron las autoridades eclesiásticas quienes, en 1518, aprobaron su refundación bajo la Orden de Santa Clara. No se sabe la fecha exacta de su construcción, pero sí que se encuentra en la etapa comprendida entre 1557 y 1584.
No podemos dejar de mencionar que a finales de julio de 1936, en el marco de la Guerra Civil española, el monasterio fue asaltado. Por fortuna, tanto Vicente Rocamora Onteniente como el alcalde Antonio Ramos Alberola consiguieron entrar al camarín en el que se encontraba la reliquia para ponerla a salvo.
En esta época, la iglesia quedó tremendamente destruida y devastada. Incluso su retablo, de estilo barroco, fue quemado. Además, se destruyeron las estatuas de la fachada, la pila bautismal… entre otros tantos elementos. Con posterioridad, esta edificación se utilizó como fábrica de aviones. Nada más terminar el conflicto bélico, se procedió a una importante restauración, siguiendo las órdenes del reconocido arquitecto Juan Vidal Ramos.
En la actualidad, cada vez son más las personas que deciden acercarse hasta el Monasterio de la Santa Faz de Alicante. Es un lugar muy especial, al que acuden numerosos fieles en busca de paz, serenidad y silencio. Se respira un aura especial que solamente las personas que han podido visitarlo pueden explicar. ¡No dudes en hacerlo si tienes la oportunidad!