ANDALUCÍA
Viajamos a la provincia de Córdoba, concretamente hasta Lucena, para conocer qué hay detrás del Santuario de Nuestra Señora de Araceli.
Es el momento más que perfecto para poner rumbo a la provincia andaluza de Córdoba, concretamente hasta una zona cercana a Lucena. Allí encontramos una de las edificaciones más impactantes y sorprendentes de Andalucía. Estamos hablando, como no podía ser de otra manera, del Real Santuario Diocesano de Nuestra Señora de Araceli.
Entre las numerosas cuestiones por las que llama poderosamente la atención este templo es, precisamente, por el lugar en el que se erigió. Se trata de la cumbre de la Sierra de Aras. Por si fuera poco, para conocer el origen de su construcción, debemos remontarnos nada más y nada menos que al siglo XVII.
Para comenzar, debemos tener en cuenta que se trata de un santuario barroco ubicado a nada más y nada menos que 863 metros de altura. Además, está situado a aproximadamente 6 kilómetros de Lucena. Allí se encuentra la Imagen de Nuestra Señora de Araceli, patrona de Lucena. Como curiosidad, desde este mismo punto y en un día despejado se pueden visualizar las provincias andaluzas de Córdoba, Sevilla, Málaga, Jaén y Granada.
Para poder acceder al templo, debemos hacerlo a través de una escalinata que cuenta con tres arcadas de miedo punto y cierres de forja. A la izquierda del atrio encontramos nada más y nada menos que una espadaña angular de mampuesto y sillería. Ésta fue construida por don Andrés Antonio del Pino en el año 1726.
No podemos dejar de mencionar otro aspecto a destacar del acceso a este Santuario. Nos referimos, como no podía ser de otra manera, a la portada creada por Martín de Rojas en 1765. Ésta destaca, entre otras tantas cuestiones, por estar elaborada con jaspes polícromos blancos, negros y rojos.
Es importante saber que el Santuario de Nuestra Señora de Araceli de Lucena que conocemos en la actualidad es el resultado de una segunda construcción. Y es que la primera de ellas, la que existía con anterioridad a este templo, construida en el año 1600, fue demolida.
Este templo cuenta con tres naves de cuatro tramos y crucero inscrito, separadas perfectamente por arcos de medio punto sobre columnas de estilo dórico construidas en mármol. Un detalle muy curioso es que en las enjutas de los mencionados arcos encontramos pinturas tanto de Santo Tomás como de San Buenaventura, considerados como los padres de la iglesia.
Entre los numerosos elementos y detalles del interior destaca la preciosa bóveda central, que está decorada con colores dorado, azul y blanco con angelotes barrocos y diversos motivos florales. En el centro del crucero encontramos, a su vez, una bóveda de media naranja sobre varias pechinas.
No podemos dejar de mencionar la reja de bronce que separa el crucero de la nave central, por la que se puede acceder a través de una cancela de medio punto. En una inscripción que encontramos en esta puerta, lleva la firma de Antonio García y el año 1746. Por aquel entonces, Manuel Gutiérrez era el capellán de este Santuario.