NORMAS PINTORESCAS
Es uno de los Estados más pequeños del mundo, pero la isla asiática no se libra de estar entre los países que poseen más normas pintorescas. Estas contrastan con la carrera desenfrenada del país por seguir siendo una de las capitales más dinámicas de Asia.
Cuando viajamos a otro continente, el mejor consejo que nos pueden dar es el de prepararnos antes el viaje poniendo atención a las costumbres más curiosas y diferentes que tienen en nuestro destino. Especialmente hay que procurar ir lo más informado posible cuando se trata de países donde esas diferencias no son se mantienen en el campo estrictamente de lo cultural, sino que también pasan al de las normas y códigos legales. Entre estos últimos, si hay un lugar que llama la atención, ese es Singapur.
Con apenas 700 kilómetros cuadrados, el país 191 del mundo en tamaño es uno de los primeros a la hora de tener normas un tanto difíciles de entender fuera de sus fronteras. Y es que la isla al sur de Malasia es bastante original y especial, y, como ocurre en cualquier otro país soberano, sus leyes son igual de aplicables a locales como a turistas.
Te contamos algunas de las más extrañas, que tendrás que tener en cuenta si visitas Singapur en los próximos meses.
1. Vender y comer chicle. Es de las más conocidas en todo el mundo, pero aun así hay quienes se atreven a pasear mascando un chicle por la calle, lo cual acaba siendo objeto de multa. Claro que no se trata de todos los chicles, ya que hay excepción para los de nicotina y los que no tienen azúcar y tiene un objetivo de salud bucodental. Eso sí, el de azúcar de siempre, ese está completamente vedado. Está prohibido como medida de ahorro en limpieza, ya que cuesta mucho dinero despegar chicles de las calles.
2. Besos apasionados. Un beso no está prohibido, pero no está bien visto una muestra muy efusiva a base de besos. Es posible que se te multe por falta al decoro, por lo que mucho mejor, ante la duda, que des un abrazo suave (los efusivos también están mal vistos), la mano o unas caricias.
3. Comer y beber en el Metro. Son las prohibiciones más comunes, pero también se puede multar a todo aquel que se comporte de una forma sospechosa o poco formal, de la que los propios viajeros pueden informar a través de unos botones que hay en los andenes y vagones como los de las alarmas. Cuanto más civilizados y calmados estemos en el Metro de Singapur, mejor; y recuerda que es de los lugares más televigilados de la isla.
4. No tirar de la cadena en un baño público. No hace falta que expliquemos por qué es importante tirar de la cadena, pero en el caso de los baños públicos de Singapur, además de poco higiénicos, seremos motivo de multa.
5. Tirar basura a la calle. Da igual que sea una colilla o algo más voluminoso. Si no lo has hecho en una papelera o un contenedor, te pondrán una multa de 2.000 dólares la primera vez, una cifra que se doblará en la segunda y que pasará a ser de 10.000 en la tercera. Incluso es posible que se te condene a barrer las calles con un cartel donde ponga ‘Soy un guarro’ (y no es broma).
6. Orinar en los ascensores. Un gesto del todo antihigiénico y mal visto en cualquier parte del planeta. Lo curioso es que, en Singapur, se condena con una multa menor que la de tirar basura a la calle, ya que se trata de ‘solo’ 1.000 dólares.
7. Escupir. Un gesto completamente prohibido y que, seguramente, se creó para contrarrestar la fea costumbre de los ciudadanos chinos, que escupen de forma habitual. Ellos forman uno de los grupos más importantes de emigrantes en Singapur, pero no lo pueden hacer.
8. No cruzar la calle por el paso de peatones. El paso de cebra hay que respetarlo, tanto vehículos como peatones. Si cruzamos una calle por donde nos dé la gana, nos caerá una multa que incluso puede llegar a los tres meses de prisión.
Con tanta norma, no es de extrañar que en el Long Bar del mítico Hotel Raffles alienten a los visitantes a desquitarse tirando las cáscaras de los cacahuetes al suelo, sin temor a ser multados por ello...
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Turismo de Singapur