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Asia

Angkor. Único e irrepetible

Templos milenarios que emergen en la naturaleza
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Templos milenarios que emergen en la naturaleza. La jungla los devoró y cuenta la leyenda que un naturista francés, Henri Mouhot, a la búsqueda de una mariposa devolvió al mundo de los hombres estas piedras milenarias que surgen en plena naturaleza como si se tratasen de catedrales. Testimonio de lo que en su época fue el imperio Jemer, que floreció en Indochina, actualmente territorio de Camboya, entre los siglos IX y XIII. Angkor es uno de los monumentos arquitectónicos más fabulosos de la tierra, con más de mil templos repartidos en poco más de doscientos kilómetros cuadrados. Una balaustrada nos conduce a Angkor Vat, la construcción religiosa más grande del planeta, con sus cinco torres en forma de loto que simbolizan el centro del universo. Rodeado por una impresionante muralla cubierta de bajorrelieves que narran en piedra las guerras entres hombres y dioses con forma de animales, y sus 1.700 bailarinas celestiales llamadas apsaras esculpidas en sus paredes. Conforme nos vamos aproximando a Angkor Thom, que en su tiempo fue una de las ciudades más grandes del sudeste asiático, sobre un puente nos reciben las cabezas talladas de 54 dioses y 54 demonios que nos permiten la entrada a través a un portón (una de sus cinco puertas de acceso) a ese complejo arquitectónico. En el centro se levanta Bayon con el rostro de Jayavarman VII que aparece en las cuatro caras de las 54 torres que se elevan hacia el cielo junto a narraciones de la vida cotidiana de sus habitantes en los bajorrelieves de la parte inferior. Resulta impactante contemplar la poderosa naturaleza que se han apoderado de Ta Prohm, un templo secuestrado por la vegetación y que sigue igual que cuando lo descubrió Mouhot. Sus árboles con más de 300 años abrazan con sus potentes raíces las paredes, entrando por sus puertas y saliendo por las ventanas. Otra joya en piedra es Bantey Sreide, el templo de las mujeres, con unas delicadas apsaras con escenas de la mitología india talladas en la piedra color rosa. No nos podemos perder la salida del sol, con la belleza que produce el contacto de la luz sobre la piedra y con un poco de suerte oír los cánticos de los monjes budistas, como tampoco el atardecer desde la colina de Phnom Bakeng, cerca de Angkor Vat.