Descubre Turquía
El mundo está repleto de lugares curiosos y uno de ellos se encuentra en la provincia de Denizli, en Turquía. Se trata de Pamukkale, un espacio natural que parece un castillo de algodón.
En la provincia de Denizli, al suroeste de Turquía, encontramos uno de los lugares más raros, curiosos y sorprendentes del país. Hablamos de Pamukkale, un parque natural cuyo nombre significa "castillo de algodón". Y, solamente con ver alguna imagen del lugar te puedes hacer una idea del por qué.
Para acceder al parque hay dos entradas, la norte y la sur, separadas entre ellas por alrededor de 2,5 kilómetros. Antes de nada, lo que se debe hacer es pagar la entrada y, posteriormente, quitarse los zapatos. Puede sonar extraño, pero el suelo de Pamukkale es muy débil y puede deteriorarse si se pisa con calzado.
Así pues, una vez se guarda el calzado en las taquillas de la entrada o en la mochila, se puede empezar el recorrido. Y este consiste en ir subiendo por las diferentes terrazas de piedra que forman 'el castillo' y que dan lugar a piscinas naturales. Aunque de naturales, hoy en día, les queda más bien poco.
Anteriormente estas piscinas estaban llenas de aguas termales que salían de la montaña. Pero desgraciadamente, con la llegada del hombre, esto dejó de suceder y tuvieron que llenarlas con agua artificial. ¿Por qué? Porque se decidió que esas aguas termales debían formar parte de hoteles para atraer al turismo. Como imaginarás, con eso solamente se consiguió secar las piscinas. Al ver las consecuencias se destruyeron los hoteles, pero Pamukkale ya no ha vuelto a ser lo que era antes de la construcción de estos edificios. Ahora hay piscinas con agua artificial y otras vacías para ver si se pueden recuperar solas.
La verdad es que es una pena, ya que de estas aguas termales es de donde surge este lugar. Esta zona sufrió muchos terremotos y de las fallas comenzaron a salir las aguas termales, que contienen creta. Y la creta no es más que una roca sedimentaria de color blanco que ha sido capaz de teñir con un manto de ese color toda la montaña.
Como decíamos, hoy en día ya no hay aguas termales en dichas piscinas. Pero pese a ello Pamukkale sigue siendo un lugar súper bonito. Blanco y diferente a cualquier cosa que estemos acostumbrados a ver. Aunque lo cierto es que las vistas son mejores cuando se alcanza la parte más alta de la montaña. Desde allí hay una panorámica de todas esas terrazas, llamadas en realidad travertinos.
Además de unas vistas fantásticas, llegar hasta lo más alto de Pamukkale te dará la oportunidad de entrar en la piscina de Cleopatra. Se trata de una piscina hecha a base de aguas minerales relajantes que se construyó sobre las ruinas de una antigua ciudad balneario llamada Hierápolis de la que todavía se pueden ver algunos restos.
Y por si todo esto te pareciese poco, debes saber que desde aquí se disfruta de un gran atardecer. El color blanco de los travertinos comienza a desaparecer y da paso a un sinfín de ocres y anaranjados. Un espectáculo natural que, si puedes, tienes que quedarte a ver.