PALENCIA
Ponemos rumbo a Castilla y León, concretamente hasta Palencia, para descubrir qué esconde uno de sus grandes monumentos.
Es el momento más que perfecto para poner rumbo a la ciudad de Palencia, situada en Castilla y León. Allí encontramos un gran número de construcciones y monumentos verdaderamente sorprendentes y espectaculares. Un claro ejemplo lo encontramos en el Puente de Puentecillas, considerado como uno de los elementos de mayor personalidad de esta ciudad.
Se localiza cerca de grandes edificaciones como es el caso de la Catedral de Palencia, el Palacio Episcopal o, incluso, la Iglesia de San Miguel. En 2008, este Puente de Puentecillas fue declarado como Bien de Interés Cultural (BIC), en la categoría de Monumento.
Para comenzar, debemos tener en cuenta que es de origen romano y que su trazado corresponde, de forma directa, a las exigencias de comunicación que había con esta ciudad, conocida antiguamente como Pallantia. Por lo tanto, inevitablemente, este puente fue un gran avance en cuanto al desarrollo del ámbito comercial.
Tanto es así que el hecho de que se llevase a cabo esta construcción hizo posible el paso desde la ciudad hasta la isla natural del Carrión, ocupada por el Parque del Sotillo de los Canónigos. Debemos tener en cuenta que el Puente está tremendamente alterado puesto que, desde el siglo XI, ha sido objeto de un gran número de transformaciones. La reforma más impresionante se llevó a cabo en el siglo XVI. Fue entonces cuando la gran mayoría de los vestigios romanos desaparecieron por completo.
Con el paso del tiempo, fue perdiendo esa utilidad de cruce de vías y caminos con las principales ciudades y pueblos de la zona, aunque sí fue parte fundamental de la explotación molinera que se llevó a cabo entre los siglos XVI y XVIII.
Actualmente, el Puente de Puentecillas se ha convertido en uno de los monumentos más singulares de la ciudad de Palencia, donde encontramos una amplia zona de espacios verdes donde se celebran mercados y fiestas medievales. Y es que, a pesar de que en el siglo XX se vio degradado como consecuencia de su abandono, en el siglo XXI fue restaurado.
Si este curioso puente es conocido, también lo es el llamado Bolo de la Paciencia. Se trata de una enorme piedra de forma cilíndrica situada en la entrada del Puente de Puentecillas. Durante muchísimos años, fue el mentidero de Palencia y se dice que, en la antigüedad, ese Bolo fue utilizado por las lavanderas que acudían al río con el objetivo de hacer la colada. En ese momento, comentaban todos y cada uno de los hechos que ocurrían en la ciudad.
Por lo tanto, si estás pensando en poner rumbo a Palencia, no dejes pasar la oportunidad de acercarte hasta el Puente de Puentecillas, ya que se trata de uno de los grandes iconos de la ciudad. Además, también podrás ver en primera persona su icónico Bolo de la Paciencia.