PALENCIA
Viajamos hasta Palencia para conocer la sorprendente historia que esconde la impresionante Iglesia de San Francisco. ¡Este es su origen!
Es el momento más que perfecto para poner rumbo a Castilla y León, concretamente hasta la preciosa ciudad de Palencia. Allí encontramos un gran número de construcciones y monumentos que no dejan absolutamente indiferente a nadie. Un claro ejemplo lo encontramos, precisamente, en la conocida como Iglesia de San Francisco. Se construyó en el siglo XIII, por lo que predomina el estilo gótico, aunque tiene ciertos toques renacentistas y también barrocos.
Debemos tener en cuenta que esta edificación formó parte del ya desaparecido Convento de San Francisco. No podemos dejar de mencionar que el Monasterio fue tanto sede de las Cortes de Castilla como Residencia real. Tal es su importancia histórica, arquitectónica y cultural que en 1992 fue declarado Monumento Nacional.
Es importante reseñar que en 1580 y 1659 tuvieron lugar dos gravísimos incendios que provocaron la destrucción de un gran número de archivos, su biblioteca y parte de sus edificios originales. La reconstrucción tuvo lugar en 1664. En 1620 se dio el paso de adosar a la iglesia la impresionante Capilla de Nuestra Señora de la Soledad.
Hasta el siglo XVIII, en esta construcción se llevó a cabo un gran número de reformas y ampliaciones. Es más, en su momento de máximo esplendor, llegó a incluir hasta cuatro impresionantes claustros, el Teatro Principal y el Monasterio de Santa Clara. Es más, en su interior había hasta una fábrica de sayal. Por lo tanto, el conjunto abarcaba varias manzanas.
A pesar de todo, debemos tener en cuenta que su gran importancia histórica se debe, sobre todo, a la época de la Baja Edad Media. Entre otras tantas cuestiones, fue sede de las Cortes Generales de Castilla, pero también sede de un concilio presidido por el cardenal Pedro Martínez de Luna. Numerosos nobles castellanos ordenaron que fuesen enterrados en este lugar.
No podemos dejar de mencionar que esta construcción fue utilizada como cuartel de las tropas francesas durante la Guerra de la Independencia Española, por lo que sufrió graves destrozos. Tras la histórica ley de desamortización y la posterior exclaustración de los monjes, las dependencias tuvieron usos tanto militares como administrativos. No fue hasta 1878 cuando la Compañía de Jesús recibió el permiso correspondiente por parte del obispado para poder administrar la iglesia, usufructo que en 1915 adquirió condición de perpetua.
En el siglo XX se tomó la decisión de derribar el cuerpo principal del convento para construir en él nada más y nada menos que la Delegación Provincial de Hacienda. Esto supuso que solamente quedaran en pie la iglesia, un claustro de dos pisos de estilo barroco del siglo XVII y que se restauró en 2016. Dos años después, los jesuitas abandonaron la ciudad y, desde ese momento, la diócesis de Palencia se encargó de su administración.