CULTURA URBANA
La Ciudad Autónoma es, tras Barcelona, la que mayor número de rincones de este estilo muestra en sus calles. Acercarse hasta allí, hasta su conocido como Triángulo de Oro, es disfrutar de edificios singulares, chaflanes, cristaleras... que nunca pensamos que encontraríamos en esas latitudes.
Es un dato desconocido para prácticamente la mayoría de los españoles. Casi nadie sabe que Melilla es la segunda ciudad de nuestro país con mayor número de edificios modernistas y de estilo Art Decó. De hecho, solo la supera Barcelona, que es la capital cultural de este arte. Y fue la Ciudad Condal la que se encargó de alguna manera de convertir a la plaza africana en su 'segunda de a bordo', y todo porque fue desde allí de donde se trajo esta corriente estética el arquitecto Enrique Nieto a principios del siglo XX.
Más allá de los tópicos y las noticias que nos llegan habitualmente de Melilla, la ciudad esconde mucho más. Se trata de una plaza abierta y cosmopolita, con muchísima historia y por la que han pasado todo tipo de pueblos y marinos a lo largo de la historia de la Humanidad. Pero hoy nos interesamos por la del siglo pasado, el mismo que ha permitido crear una ruta Modernista por Melilla que nos descubre los monumentos y edificios más relevantes de este estilo en la ciudad.
El recorrido tiene su epicentro en la zona conocida como el Triángulo de Oro, llamada así por la gran cantidad de fachadas modernistas que encontramos. Es el Ensanche de la ciudad de principios del siglo XX, un espacio urbano que se trazó fuera de las murallas de la antigua Ciudadela y que abarca principalmente las calles del Ejército Español y López Moreno, desde la Plaza de España y sus alrededores.
En general, todas las muestras del modernismo de Melilla están próximas entre sí y podremos conocerlas a pie. Así, no hay que andar mucho para llegar al punto de salida, siempre siguiendo la pista del trabajo que dejó allí el barcelonés Enrique Nieto, al que nombramos anteriormente. Con la experiencia de haber trabajado en las obras de la Casa Milà de Barcelona junto a su maestro Antoni Gaudí, llegó a Melilla en 1909 y enseguida empezó a proyectar importantes edificios modernistas. Fue un creador muy prolífico y en 1931 accedió al puesto de arquitecto municipal, lo que le convirtió en uno de los principales responsables de la configuración urbanística de la ciudad. A su firma se debieron más de 1.500 proyectos de construcción solo en el municipio.
La ruta nos lleva a algunos de sus primeros trabajos, como el que fuera el edificio del diario El Telegrama del Rif (1912), con una ventana ovalada en su chaflán muy atrevida para la época. Luego será el turno de la Cámara de Comercio (1913); la Casa Tortosa o antiguo Economato Familiar (1914); la Casa Melul (1915) y el edificio La Reconquista (1915). Todos ellos poseen característicos elementos florales en sus fachadas. También la Casa de los Cristales (1917), de carácter historicista neoárabe.
El Art Decó llegaría en la década siguiente y posteriores. Veremos ahora edificios más ornamentales, mezclas de clasicismo, Barroco y Modernismo francés. Destaca la casa llamada El Acueducto (1928), así como el Palacio de la Asamblea (1933-1948), sede del Ayuntamiento y con una imponente fachada enmarcada por sus dos torres árabes.
El arquitecto catalán también participó de la interreligiosidad característica de Melilla haciéndose cargo del diseño de varios edificios destinados a las religiones cristiana, judía y musulmana. Integró así el Modernismo en la sinagoga Yamín Benarroch (1924) y en la Mezquita Central (1945), y se encargó de la restauración de la neorromántica Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús.
Pero Nieto no fue el único arquitecto modernista presente en Melilla. También participarón en la ciudad una docena de renombrados profesionales que fueron dejando su huella hasta conformar los varios centenares de edificios que siguen perdurando en su casco urbano. Uno de ellos fue el ingeniero militar Emilio Alzugaray Goicoechea. El pamplonés destacó haciéndose cargo de las obras del alojamiento del rey Alfonso XII en su visita de 1911. Su labor se puede ver en la conocida como Casa de las Fieras (1914) y en el Casino Militar (1921).
Son los puntos culminantes de una ruta que nos mostrará una Melilla completamente desconocida, diferente pero, al mismo tiempo, fiel a sus raíces integradoras. Todo un descubrimiento.
Más información:
Turismo de Melilla
Ministerio de Cultura