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Unas vacaciones de verano diferentes

El misterio que ha embaucado a todo el mundo: las noches blancas de Islandia

¿Estás cansado de playa y chiringuito? Existe un lugar especial en Europa en el que el verano es sinónimo de sol, como ocurre en España, pero también de fenómenos únicos e impresionantes como las noches blancas. Descubre el misterio de Islandia.

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Por lo general, adoramos el verano. Esta estación del año significa vacaciones, significa descanso, calor y playa, amigos, refrescos en una terraza, cenas que se alargan hasta altas horas de la madrugada… Una época en la que, incluso cuando el deber nos llama, parecemos estar algo más relajados, más dispuestos a disfrutar del día a día y de las pequeñas cosas, más ansiosos a la hora de exprimir al máximo cada hora, cada minuto, cada segundo. El verano es sinónimo de vivir.

Sin embargo, hay quien ya ha tenido su dosis suficiente de chiringuito, tumbona, arena y juegos entre las olas. Las vacaciones en el mar siempre serán valoradas y queridas, pero a veces innovar y salir de nuestra zona de confort puede regalarnos experiencias únicas, inolvidables y que jamás imaginábamos que íbamos a vivir. La playa siempre estará ahí esperándote, deseando que disfrutes de ella y de tu compañía, pero puede que haya llegado el momento de descubrir uno de los mayores misterios de nuestro planeta y de la naturaleza: las noches blancas de Islandia.

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Como bien sabrás, éste es uno de los países situados más al norte en el globo terráqueo, lo que provoca que se den en él una serie de condiciones climatológicas y naturales muy diferentes a las que conocemos en España. Además de las bajísimas temperaturas, existen ciertos fenómenos realmente interesantes que convierten a Islandia en uno de los puntos turísticos más increíbles de nuestro planeta.

Reykjavík, su capital y ciudad más poblada del país, es uno de los lugares con mayor atractivo que podrás encontrar en nuestro continente y parte de la culpa de esto la tienen las ya mencionadas noches blancas, que también se conocen como ‘sol de medianoche’. Precisamente por la localización de esta ciudad, 64 grados al norte del Ecuador, en los meses de verano tiene lugar un fenómenos que quizá no es conocido por gran parte de la población mundial, pero que te atrapará como nada antes lo ha hecho.

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Y es que durante estos meses, especialmente entre junio y julio, el sol nunca se pone. Sabemos que las noches en estos lugares situados tan al norte son cortas, pero en esta ocasión son directamente inexistentes. El sol llega hasta el horizonte y se mantiene ahí, sin esconderse, provocando que el cielo se tiña de unos colores magníficos que en otros lugares de Europa sólo podemos disfrutar en los minutos previos al anochecer. La ciudad entera de Reykjavík queda sumida en una mezcla de tonalidades que parecen sacadas de una pintura de maestros como Van Gogh o Monet.

Por si este fenómeno en sí mismo no tenía suficiente magia, se le suman el hecho de pasear por las calles de Reykjavík a altas horas de la madrugada, con el sol rozando tu rostro y el cielo mostrando una belleza nunca antes vista, el silencio que se escucha entre sus muros, la paz que se respira… Todo ello forma una especie de burbuja que te aislará por completo del mundo terrenal y te hará sentir parte de un secreto, de un trato, de una unión especial con la madre naturaleza.

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Merece la pena. Merece mucho la pena. Eso es lo que te dirá cualquier persona que se haya olvidado de la cerveza en la tumbona y del sonido del mar de fondo para viajar al lugar que se encuentra tan al norte que el sol no es capaz de hallar un sitio en el que esconderse. Magia pura, imágenes que no querrás borrar de tu memoria y la oportunidad de vivir algo inimitable y puro, algo en lo que nadie interviene, salvo la fuerza de la naturaleza. Eso es tan sólo una parte de lo que te ofrecen las noches blancas de Reykjavík, el resto tendrás que descubrirlo por ti mismo.