Alergias de invierno
¿Más alergia al polen por falta de lluvias? Estos son sus síntomas (y así puedes diferenciarlos de los del COVID)
La falta de lluvia o la contaminación hace que haya concentraciones más altas de polen lo que puede intensificar los síntomas alérgicos, incluso producir nuevos casos. Te contamos cómo son y algunas recomendaciones preventivas.
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España está seca. Lleva más de un mes sin llover. Y esto tiene consecuencias no sólo en los embalses y en el campo sino también en alergias, más concretamente las alergias al polen, las típicas del invierno.
En esta época del año son comunes las alergias al polen y la falta de lluvia, la sequía y otras condiciones ambientales hacen elevar sus concentraciones y aumentar por tanto los casos de alergia y la intensificación de los síntomas.
Sin embargo, antes de nada, es importante destacar que las alergias no son solo cosa de la primavera, que en invierno también hay alergias (y si no que se lo pregunten a las personas que sufren sus consecuencias) que debemos proteger y tratar, sobre todo cuando hay mucha sequedad y poca humedad en el ambiente.
"Las alergias en general en esta época del año son las alergias de tipo respiratorias y dentro de ellas, las más frecuentes son las producidas por los pólenes, en concreto los de las familias de las cupresáceas", afirma a laSexta.com el Dr. Ángel Moral, presidente del Comité de Aerobiología de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC).
A las cupresáceas- explica el experto- pertenecen especies muy conocidas como son los cipreses y las arizónicas, las tuyas y los enebros. Y todas estas florecen más o menos entre octubre y marzo. Pero es precisamente en el mes de febrero la época en la que las dos especies más importantes (cipreses y las arizónicas) sueltan el polen y hay niveles más altos. Pero aquí, la situación climatológica es muy importante.
Según explica el experto, la falta de lluvia hace que de alguna manera, al no haber humedad en el ambiente, los pólenes floten y se difundan de una forma muy fácil, más aún cuando hace viento. "Sin embargo, cuando llueve el polen se humedece, por lo que hace que pese más y se caiga al suelo. "La falta de lluvia produce un aumento de los pólenes porque estos están continuamente volando por la atmósfera".
La falta de lluvia hace que de alguna manera, al no haber humedad en el ambiente, los pólenes floten y se difundan de una forma muy fácil, más aún cuando hace viento
Por otro lado, la situación anticiclónica debido a la falta de lluvia, sobre todo en las ciudades, hace que los contaminantes típicos (entre ellos especialmente el dióxido de nitrógeno, NO2 y también algunos otros) se acumulen en la ciudad. Así -continúa explicando- se van a juntar concentraciones altas de polen con concentraciones altas de contaminantes y esto hace que las plantas, para poder subsistir, tengan que modificar su metabolismo.
"Así, las plantas producen proteínas nuevas -lo que se denomina proteínas de estrés- y estas proteínas hacen que las plantas sean 'más agresivas'. Y esta es la explicación de porqué en las ciudades y zonas cercanas a las autopistas hay más problemas de alergia que en las zonas rurales donde hay muchas más plantas".
De este modo, podemos decir que tanto la falta de lluvia como la contaminación provocan nuevos casos de alergia e intensifican los síntomas de pacientes que ya tienen alergia. Es decir, pueden ocurrir ambas cosas", sostiene el doctor. De hecho, desde el año 2000 los casos de alergia en general (no sólo al polen) han aumentado de forma exponencial.
Según datos apuntados por este especialista, en el año 2000, los pacientes alérgicos suponían un 25 % de la población, en el 2020 representan un 35%. Y hay estudios que señalan que para el 2050 casi la mitad de la población tendrá algún tipo de problema alérgico. Los más pequeños pueden ser los más vulnerables.
Así, el pasado noviembre, la Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica (SEICAP) alertó de la existencia de estudios que advertían del aumento de los problemas alérgicos y respiratorios relacionados con el cambio climático, a los que la población infantil y adolescente es especialmente vulnerable.
Según informaba esta entidad, aludiendo a los datos de un estudio publicado en la revista 'International Journal of Environmental Research and Public Health', "el cambio climático, la contaminación y el polen están íntimamente relacionados y están impactando en la salud respiratoria de los menores, más vulnerables que los adultos pues tienen tasas de ventilación más altas, un sistema inmunológico todavía en desarrollo y vías respiratorias más estrechas".
Los síntomas de la alergia al polen
Los síntomas alérgicos de las personas con alergia al polen -en cualquier época del año- pueden cambiar en un mismo paciente de año en año, dependiendo de la concentración de polen que haya en el ambiente. Para conocer los niveles de polen que hay en cada lugar, podemos consultar la página polenes.com de la SEAIC.
"La alergia al polen va a afectar fundamentalmente a cuatro partes del cuerpo: ojos, nariz, bronquios e incluso piel", explica el doctor Moral. Con respecto a los ojos, los síntomas más comunes son: enrojecimiento, lagrimeo, sensación de arenilla, picor, etc. Con respecto a la nariz, puede haber estornudos, moqueo transparente y picor de nariz; y en alguna ocasión también picor de oídos.
Si afecta a nivel bronquios, que será la forma más intensa de esta alergia, va a haber dificultad para respirar, tos y la aparición de un ruido muy característico, parecidos a los de un silbido. Por último, puede afectar a la piel y en estos casos pueden aparecer ronchas o picores.
En los últimos dos años, con la pandemia del COVID-19, algunos pacientes alérgicos se han visto beneficiados (en sus síntomas) por el uso obligatorio de las mascarillas en el exterior. "Son muchos los pacientes que nos han contado que la mascarilla les ha venido muy bien porque les tapaba la nariz y la boca y eso impedía que de alguna forma entrase el polen en las vías respiratorios", cuenta el especialista.
De hecho, los síntomas más intensos en estos dos últimos años, se han dado a nivel de los ojos y esto es porque la mascarilla no protege los ojos. Hay que tener en cuenta que "las mascarillas protegen contra el virus que mide aproximadamente unos 150 nanómetros mientras que los pólenes miden unas 100 veces más, por lo que si la mascarilla nos protege contra el virus con mayor motivo está protegiendo a los alérgicos al polen", explica el doctor.
En los últimos dos años, con la pandemia del COVID-19, algunos pacientes alérgicos se han visto beneficiados (en sus síntomas) por el uso obligatorio de las mascarillas en el exterior
Ahora, con no obligatoriedad de las mascarillas en exteriores, "pueden volver de nuevo los problemas a los pacientes alérgicos al polen, por lo que sería recomendable que usasen la mascarilla en el exterior los días que haya niveles o concentraciones altas".
A veces, no es fácil distinguir los síntomas de una alergia al polen de los síntomas del COVID, en este caso con la variante ómicron que es ya la dominante ya en España, o con los de un resfriado. Hay que tener en cuenta que cualquier síntoma respiratorio (tos, mucosidad, disnea, dolor de cabeza...) es compatible con una infección de COVID.
En el caso de las alergias al polen, explica el doctor Moral, hay dos características muy típicas de los problemas alérgicos: los estornudos y otra es que la mucosidad es transparente, como la clara del huevo. "Cuando la mucosidad es amarillenta o verdosa hay que pensar que puede ser una infección respiratoria; además normalmente en las infecciones por virus no son tan característicos los estornudos como sí lo son el caso de los pacientes alérgicos".
Recomendaciones para aliviar los síntomas alérgicos
Es importante tomar una serie de medidas preventivas, sobre todo en los días en que los niveles de polen estén muy altos y los pacientes puedan tener síntomas más intensos. Algunas de estas recomendaciones son las siguientes:
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- Usar los medicamentos que hayan sido prescritos por los médicos o alergólogos para aliviar los síntomas, cuando hayan sido indicados.
- Conocer muy bien los niveles de polen, sobre todo cuando se vayan a realizar actividades o eventos al aire libre, para tomar medidas o ir prevenidos.
- En casas, es recomendable usar purificadores de aire para así disminuir los niveles.
- Es aconsejable cambiarse de ropa al llegar a casa, sobre todo si venimos del campo.
- Igualmente, no sería recomendable tender la ropa de la colada, en el exterior, al aire libre.
- En el coche, mejor ir con las ventanillas bajadas y usar los filtros del aire acondicionado.
- Usar mascarilla en el exterior -mejor si es FPP2- especialmente en los peores días de alergia.