Comprar décimos del curro, del bar...

Cuando no comprar Lotería de Navidad provoca ansiedad: "El miedo de ser la pringada es real"

Los hay que tienen infinidad de números, compartidos con compañeros de trabajo, grupos de amigos o familiares. Y los hay que se niegan en rotundo a comprar Lotería de Navidad. Al fin y al cabo, la probabilidad juega en su contra.

Cada año, cuando se acerca la Lotería de Navidad se escuchan las mismas máximas. Entre los aficionados del sorteo más esperado del año, los que se suman a cualquier bombardeo y se animan a compartir décimos con cualquiera. En el otro lado de la balanza, los que se niegan a gastarse un solo euro para contribuir a un sistema que le ofrece pocas (o casi nulas) posibilidades de conseguir un premio que, en cualquier caso, tampoco soluciona la vida.

La probabilidad de que a uno le toque el Gordo de la Lotería de Navidad es ínfima. Existen muchas otras cosas que son mucho más probables. ¿Pero qué pasa con la ilusión? En general, la Lotería de Navidad se ve más que como un juego más de los muchos que existen como una tradición social, que une (y en ocasiones desune) allá donde vaya.

Y en medio de toda esta tradición, surgen estos grandes detractores que, no sin razón, prefieren destinar su dinero en otros asuntos. "Yo no compro ninguna Lotería de Navidad, nunca", señala en X (antes, Twitter) la usuaria Blau. "Ni del curro, ni de mi pueblo ni de nada. El miedo de ser la pringada es real, pero de momento llevo ahorrado mucho dinero y a nadie le ha tocado", apunta.

No le falta razón. Porque como dice otro usuario de esta misma red social en un debate abierto a propósito de esta cuestión, "uno no compra lotería del curro por si le toca". "Uno compra la lotería del curro porque 'no vaya a ser que se hagan ricos todos estos hijos de p*** menos yo".

El miedo a que toque a los demás

Efectivamente, el miedo a que le toque a otras personas es lo que empuja a muchos a sumarse a la tradición del sorteo del 22 de diciembre. No sólo ocurre con la lotería del trabajo; también con la del bar donde tomas el aperitivo o de la tienda a la que vas cada semana. "Lo que la gente no quiere de ninguna manera es quedarse sin un número de un negocio al que va siempre y que después toque", señala a 'El Progreso' Fernando Toubes, presidente de la Asociación de Receptores Mixtos de la provincia de Lugo.

Fue este miedo el que protagonizó, por cierto, uno de los anuncios de la Lotería de Navidad más exitosos de la historia. Se trata del 'Bar de Antonio', el anuncio de 2014 —y uno de los mejores de la historia, según los lectores de laSexta—, que contaba la historia de un vecino asiduo al local, Manuel, que no podía permitirse comprar un décimo. Antonio, el responsable del bar, sin que él lo supiera le guarda uno en un sobre. Al final, el premio Gordo cae en el bar de Antonio y Manuel, frustrado, no podía hacer más que bajar a felicitar a los premiados. Lo que no se esperaba es que un décimo premiado le estaba esperando.

¿Quién se iba a imaginar que la historia lacrimógena de un anuncio de Lotería de Navidad reflejaba tan claramente una de las tendencias sociales que rodean este sorteo?

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