SÉ INTELIGENTE Y AHORRA
El precio del combustible sigue siendo un dolor de cabeza para muchos conductores, y cualquier truco para ahorrar se convierte en una valiosa ayuda. En invierno, las temperaturas bajas y una buena planificación pueden marcar la diferencia en el gasto de gasolina o diésel.
El precio de la gasolina y el diésel no ha vuelto a máximos tan altos como los alcanzados durante la guerra Rusia-Ucrania. Pero es innegable que el combustible sigue siendo caro y que ir a la gasolinera a llenar el depósito del coche implica muchas veces llevarse algún disgusto. Por eso, cualquier recurso útil para ahorrar combustible o conseguirlo más barato vale su peso en oro. O en gasolina, más bien.
En verano se habló de cuál era la mejor hora del día para repostar. Ahora, en invierno, las circunstancias cambian un poco, pero los beneficios de reducir el gasto siguen ahí. Y hay horas o momentos del día que son mejores que otros para llenar el depósito del coche.
Hay que entender que la densidad del combustible juega a nuestro favor. Tanto la gasolina como el diésel se contraen con el frío, lo que implica mayor densidad. Cuanto más alta es la temperatura del combustible, más se expande. Eso significa que con menos combustible se ocupa un mayor volumen. Cuando compras gasolina o diésel, el surtidor mide el volumen, en litros. Cuando las temperaturas son altas, el litro de combustible que estás comprando, en realidad, es una masa menor de hidrocarburo. Por tanto, al repostar con bajas temperaturas, obtienes, en realidad, una masa ligeramente mayor de hidrocarburo.
En verano recomendábamos echar gasolina o diésel a primera hora de la mañana o al caer la noche, cuando la temperatura bajaba un poco. Y, por supuesto, evitar las horas de máximo calor en el mediodía o las primeras horas de la tarde. Ahora, en invierno, el frío es tu aliado casi en cualquier momento del día. La mayoría de las veces, repostar antes del amanecer, cuando todo tiembla de helor, garantiza la mayor densidad posible. Otra buena opción es hacerlo entrada la noche, cuando se pierde el calor residual del día.
Eso sí, en invierno se da una particularidad: el tiempo es algo más cambiante, y puede que haya momentos del día de frío extremo según la climatología. Los momentos más fríos serán óptimos para repostar y llenar el depósito del coche.
La temperatura es una gran baza, pero no es el único factor que influye en el precio final del combustible. Fíjate en el calendario. Muchas gasolineras ajustan sus tarifas dependiendo del día de la semana. Muchas estaciones fijan el precio los lunes o martes para incentivar el consumo cuando la demanda es menor. Por el contrario, las vísperas de festivos o puentes, cuando todo el mundo se prepara para viajar, a menudo las tarifas tienden a encarecerse. Si puedes evitar repostar en esos momentos álgidos, tu bolsillo lo notará. Y además, no perderás tiempo esperando detrás de una fila de coches que también van a repostar.
Lo mismo ocurre con los fines de semana. En ocasiones, las gasolineras aprovechan el mayor flujo de conductores para subir unos céntimos el litro, sabiendo que la gente repostará “sí o sí”. Si tienes la posibilidad, planifica tu repostaje para días laborales, evitando las horas punta y las vísperas de eventos señalados. Además, las fechas finales de año son muy propias de viajes para ver a la familia, y, en general, es una época donde parece que cuesta menos gastar. Por lo tanto, no sería raro que en fechas de mucho viaje, el precio suba. Por ello, si es posible, lo mejor es llenar el depósito en los días donde el resto del mundo todavía no se haya preparado para viajar.
La situación económica del pasado, con el precio del combustible en máximos históricos por la incertidumbre global, nos enseñó a valorar cada detalle. Hoy en día, no solo se trata de elegir la hora más fría del día, sino de combinar varias estrategias: aprovechar las temperaturas más bajas del invierno, jugar con el calendario y, por qué no, revisar apps y webs especializadas para encontrar la gasolinera más barata en tu zona.
No esperes grandes milagros. Estos ajustes son sutiles, pero repetidos a lo largo de todo un año pueden dejar un impacto tangible en tu presupuesto. Sumados a una conducción eficiente —mantener la velocidad constante, evitar acelerones bruscos, comprobar la presión de los neumáticos—, marcan la diferencia entre gastar sin más o afinar cada céntimo. Y en muchos casos, no suponen un cambio relevante en nuestra vida, pues tan solo tendremos que repostar antes de entrar a trabajar, o viceversa. Al fin y al cabo, vas a dedicar el mismo tiempo a repostar, con la ventaja de que, si además coincide con un momento de baja demanda, no tendrás que hacer colas ni esperar.