Que la llegada del Trump a la presidencia de los EE.UU. ha sido un vuelco en muchos temas políticos no arroja ninguna sorpresa, pero si nos centramos en el sector automovilístico, el gran proyecto de Trump para frenar la deslocalización de las industrias norteamericanas y las importaciones a base de aranceles es sin lugar a dudas el gran temor del sector.
Trump está decidido a imponer grandes aranceles para todo lo que venga del exterior de EE.UU., algo que inevitablemente afecta a los fabricantes cuya producción está localizada fuera de EE.UU.La idea de Trump es forzar a los fabricantes de coches que venden en su país a invertir en EE.UU. y fabricar allí los coches que vendan, algo sencillo de decir, pero nada fácil de justificar en tanto a las inversiones que obliga. Para forzar a los fabricantes a recuperar sus inversiones locales, o por lo menos "motivar" a la apuesta por mayores inversiones en EE.UU.,
la política de Trump es gravar con fuertes aranceles todo cuanto venga del exterior de EE.UU. De este modo,
la firma Baum & Associates ha realizado un estudio sobre cómo afectaría esta política de aranceles a los fabricantes que comercializan en EE.UU., encontrando casos tan llamativos con el del grupo
Jaguar Land Rover que se vería obligado a asumir unos costes extra de 17.000 dólares por vehículo (unos 16.000 euros). Hablamos de cifras realmente exageradas que afectarían a un nutrido número de marcas, teniendo a los fabricantes locales como Ford, General Motors o Tesla como los grandes beneficiados. La política para la aplicación de aranceles es bastante sencilla, y es que
todos aquellos fabricantes que deban importar vehículos o algunas de sus piezas se verán fuertemente afectados por estos aranceles. Ese es el motivo que explica que Jaguar Land Rover, Volvo o Volkswagen se sitúen en lo más alto del gráfico que muestra los costes extra por vehículo para hacer frente al sobrecoste que supondría cruzar la frontera hacia EE.UU. Fuente:
Bloomberg En Centímetros Cúbicos: |