La tecnología se ha convertido en uno de los argumentos más importantes de cualquier coche moderno. Incluso los pequeños y más baratos coches urbanos vienen ya cargados de sistemas de ayuda a la conducción, al aparcamiento o evitar accidentes, siendo por ello
un serio problema para las aseguradoras que ven como los costes de las reparaciones no paran de crecer. Como ejemplo más evidente del problema al que se están enfrentando las aseguradoras nos encontramos con
un sencillo golpe en el paragolpes frontal. Un coche con 4 o 5 años de antigüedad es probable que solucione ese golpe cambiando tan solo el paragolpes y poco más, quizás alguna pieza como radiador o faros en caso de mayor gravedad en el golpe. Sin embargo,
en un coche moderno con ese mismo golpe la reparación se complica bastante. En un coche moderno es habitual encontrar infinidad de sensores: ultrasonidos, radar, cámaras, etc. Cuando un coche equipado con las últimas ayudas recibe un golpe de cierta consideración en ese paragolpes frontal, lo normal es que
durante la reparación se deba cambiar y volver a calibrar esa cantidad de sensores que han sufrido daños, lo cual eleva muy considerablemente los costes de reparación. Como ejemplo de este caso, según el
Chicago Tribune,
la aseguradora norteamericana State Farm ha incrementado los costos de los seguros de automóviles un 5,9%, un aumento causado por el gasto extra de la reparación de coches cada vez más "inteligentes". En Centímetros Cúbicos: