UN PEQUEÑO TODOTERRENO MUY OLVIDADO
Aparecido tras el éxito del primer Toyota RAV4, está más cerca de un todoterreno que de un SUV. ¡Incluso tiene 4x4 y reductora!
El Mitsubishi Montero iO es un modelo del que pocos se acuerdan a día de hoy, un coche que, de seguir a la venta, sería todo un éxito, una verdadera referencia. De entrada, su aspecto era de auténtico todoterreno, un Mitsubishi Montero a escala que presumía de tracción total conectable y hasta reductora. No había nada similar en el mercado, ni siquiera el Toyota RAV4, y sigue sin haberlo actualmente.
Los SUV dejaron de ser una moda hace mucho tiempo, para convertirse en la referencia en ventas para todos los fabricantes. Ahí está, por ejemplo, el Rolls-Royce Cullinan, un éxito de ventas para la firma británica; el Porsche Cayenne casi no necesita presentación y el Ferrari Purosangue es otro ejemplo del poder de convicción que tienen los Sport Utility Vehicles.
Esta tendencia de mercado no es nueva, en realidad comenzó a dar sus primeros pasos hace más de 20 años, pero entonces su popularidad no eran tan potente y poco se acuerdan de aquellos viejos años. Una época que vio nacer a coches como el Mitsubishi Montero iO, un mini Montero, con todo lo que ello conllevaba, para plantarte cara a otro japonés que parecía haber encontrado el secreto para la popularidad: la primera entrega del Toyota RAV4.
Conocido como Mitsubishi Pajero iO y Montero Pinin en otros mercados –su diseño y fabricación fue cosa de Pininfarina–, el Montero iO se desarrolló para poder sacar rédito al visible auge que tenían los pequeños todoterreno a finales de los 90. De hecho, entonces no se había acuñado todavía la definición de SUV y a estos coches se les denominaba todoterreno ligeros o “TT Light”. Y ese era el planteamiento, en general, de todos los modelos de este segmento, donde el menos todoterreno era, precisamente, el RAV4.
La puesta en escena del Montero iO no supone realmente una innovación, Suzuki tenía el Samurai, por ejemplo, pero no era un coche “tan serio” como lo era el Montero iO. Mitusbishi desarrolló un coche de lo más interesante, pero su cercanía con el resto de versiones del Mitsubishi Montero –cercanía en concepto y técnica–, hizo que fuera un coche que por carretera tenía unas limitaciones muy similares a los todoterreno, todo lo contrario que ocurría, por ejemplo, con el RAV4, que era mucho más asfáltico.
En cuanto a precio, las cosas estaba muy igualadas. El Montero iO más barato costaba 2.795.000 pesetas, unos 16.800 euros de finales de los 90, pero tenía paragolpes de plástico negro –sin pintar–, no tenía aire acondicionado, ni volante forrado con cuero... El Montero iO más caro se iba hasta los 3.739.000 pesetas, 22.500 euros aproximadamente, un tanto elevado, aunque lo llevaba todo de serie.
Hablamos de un coche cuya aparición se remonta a 1998, hace ya más de 25 años, algo que se nota en algunos apartados, como es el caso del motor. A finales de los 90, la tecnología que dominaba el mercado europeo era la diésel, pero los japoneses no le prestaron la suficiente atención y no todos sus coches ofrecían esta opción.
Este era el caso del Mitsubishi Montero iO, que solo se ofrecía con un motor gasolina de 1,8 litros –1.834 centímetros cúbicos– con culata de 16 válvulas, capaz de rendir 120 CV a 5.250 revoluciones y 173 Nm a 3.500 revoluciones. No son malas cifras para aquellos años, pero su condición de todoterreno afectaba a sus prestaciones. Por ejemplo, la velocidad máxima era de 168 km/h y el consumo podía rondar, según el tipo de conducción, sobre los 12 litros.
Si no tenemos esas cosas en cuenta, el Montero iO pone sobre la mesa un concepto de coche que ya no se ofrece. Es un todoterreno “de verdad”, con un eje rígido trasero que, además, era el responsable de mover el coche –era propulsión, sí–, mientras que el eje delantero era conectable mediante una reductora que se podía accionar a velocidades por debajo de los 100 km/h. Para colmo, tenía diferencial central bloqueable y en las versiones más equipadas, podía montar diferencial trasero de deslizamiento limitado. Todo ello, en un coche de 3,73 metros de largo, más corto que un Renault Clio o que un Mitsubishi ASX.