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La banca del mañana

Viajamos a los bancos del futuro: habrá menos entidades, serán más grandes y vivirán un gran dilema ético

La tecnología se adueña del sector financiero del futuro, cómo la inteligencia artificial, el análisis de datos y la seguridad cibernética definen el camino hacia una banca más personalizada, pero también plantean dilemas éticos.

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En una década, el panorama bancario español ha sufrido una transformación. De 55 bancos y cajas de ahorro en 2009, ahora solo quedan diez entidades, según los datos de 'El Orden Mundial'. Esto marca anticipa un futuro donde la banca será completamente diferente. ¿Cómo serán los bancos del futuro?

Los bancos del futuro serán grandes plataformas digitales de productos financieros, similar a un 'Amazon'. Estas entidades no solo gestionarán dinero, sino que también ofrecerán servicios como créditos, fondos de pensiones y seguros, todo con un enfoque extremadamente personalizado gracias a la inteligencia artificial y el análisis de datos.

Sin embargo, esta digitalización plantea desafíos, especialmente para aquellos que aún no han adoptado lo digital. A pesar de esto, el control sobre la interacción con el cliente será clave en el éxito de los bancos del futuro. La inteligencia artificial jugará un papel fundamental al analizar el comportamiento del cliente, minimizar riesgos, detectar fraudes y recomendar productos. Por ejemplo, una persona que se quiere comprar un coche y acaba de comprarlo recibirá automáticamente en su teléfono las opciones de financiación, además también recibirá las mejores ofertas para el seguro de su nuevo coche.

El efectivo se convertirá en cosa del pasado en el banco del futuro, donde desaparecerán los intermediarios para hacer una transferencia. Por ejemplo, ya existen libros de contabilidad en la red, las criptomonedas o las divisas digitales. Sin embargo, el éxito de estas operaciones dependerá en gran medida de las inversiones en seguridad y la regulación adecuada por parte de la entidad, como la próxima ley que la Unión Europea planea aprobar este año.

En última instancia, el dilema ético del futuro financiero residirá en quién tiene el control: la tecnología o las personas.

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