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POLVO ESPACIAL
Por primera vez un equipo de científicos ha analizado los filtros de aire de la ISS y el resultado no era el que esperaba.
Sin llegar a los extremos que llevaron el famoso multimillonario Howard Hughes a encerrarse cuatro meses en una sala de cine por temor a los gérmenes, la realidad es que estamos rodeados de ellos. Tanto como para que el teclado del ordenador llegue a tener más gérmenes que el váter o que lo mismo le ocurra a los móviles. Lo que nunca esperábamos descubrir es que los gérmenes también serían más numerosos en el espacio que en la Tierra.
De acuerdo con un reciente estudio, publicado en Environmental Science and Technology Letters, las concentraciones de compuestos químicos potencialmente dañinos en el polvo recolectado de los sistemas de filtración de aire en la Estación Espacial Internacional (ISS) superan las que se encuentran en muchos hogares estadounidenses y europeos.
Se trata del primer estudio de este tipo ya que ha analizado muestras de polvo de los filtros de aire dentro de la ISS y los ha comparado con los valores medios encontrados en los hogares de EE. UU. y Europa occidental.
Los contaminantes encontrados en el 'polvo espacial' incluyeron éteres de difenilo polibromados (PBDE), hexabromociclododecano (HBCDD), retardantes de llama bromados 'novedosos' (BFR), ésteres organofosforados (OPE), hidrocarburos aromáticos policíclicos (PAH), sustancias perfluoroalquiladas (PFAS), y bifenilos policlorados (PCB).
Los BFR y OPE se utilizan en muchos países para cumplir con las normas de seguridad contra incendios en aplicaciones comerciales y de consumo, como equipos eléctricos y electrónicos, aislamiento de edificios, telas para muebles y espumas.
Los PAH están presentes en los combustibles de hidrocarburos y se emiten a partir de los procesos de combustión, mientras que los PCB se utilizaron en selladores de ventanas y edificios y en equipos eléctricos como fluidos dieléctricos. Finalmente, los PFAS se han utilizado en aplicaciones como agentes antimanchas para telas y prendas de vestir. Sin embargo, sus efectos potenciales sobre la salud humana han llevado a que algunos de ellos sean prohibidos o tengan un uso limitado.
Muchos de estos compuestos están clasificados como contaminantes orgánicos persistentes por el Convenio de Estocolmo del PNUMA. Este es un acuerdo internacional del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, cuyo objetivo es adoptar medidas de control para eliminar la producción, uso y exportación de los contaminantes ya que algunos de ellos, como los PAH, están clasificados como carcinógenos humanos, mientras que la Agencia Europea de Sustancias Químicas está considerando la restricción de algunos OPE.
"Nuestros hallazgos tienen implicaciones para futuras estaciones espaciales y hábitats – explica Stuart Harrad, coautor del estudio en un comunicado -, donde puede ser posible excluir muchas fuentes contaminantes mediante la elección cuidadosa de materiales en las primeras etapas de diseño y construcción. Si bien las concentraciones de contaminantes orgánicos descubiertos en el polvo de la ISS a menudo excedieron los valores medios encontrados en hogares y otros ambientes interiores en los EE. UU. y Europa occidental, los niveles de estos compuestos generalmente estaban dentro del rango encontrado en la Tierra".
El aire dentro de la ISS recircula constantemente con entre 8 y 10 cambios por hora. Si bien se produce la eliminación de CO2 y trazas de contaminantes gaseosos, se desconoce el grado en que esto elimina sustancias químicas como los compuestos antes mencionados. Los altos niveles de radiación ionizante pueden acelerar el envejecimiento de los materiales, incluida la descomposición de los productos plásticos en micro y nanoplásticos que se transportan por el aire en el entorno de microgravedad. Esto puede hacer que las concentraciones y la abundancia relativa de polvo de la ISS difieran notablemente de las del polvo de los microambientes interiores terrestres.
Las pantallas que cubren los filtros de la estación acumulan estos desechos, lo que requiere aspirar semanalmente para mantener una filtración eficiente. El material de las bolsas de vacío de la ISS se compone de partículas previamente transportadas por el aire, pelusas de ropa, cabello y otros desechos generalmente identificados como polvo de la cabina de la nave espacial.
Los resultados de este estudio no solo apuntan al nivel de contaminación en la estación espacial, también al diseño de materiales que deben soportar las condiciones del espacio y los productos de desecho que generan de cara a expediciones de larga duración.