Astronomía, divulgación, descubrimientos, ecología, innovación...
SEGÚN UN ESTUDIO
Los expertos matizan que el peligro es bajo, pero reclaman concienciación para no abusar de esta técnica y ajustar al máximo las dosis usadas.
El uso de la tomografía axial computarizada (TAC) tiene numerosos beneficios a la hora de perfilar el diagnóstico de muchas enfermedades, de planificar la mejor forma de combatirlas y de poder comprobar después los progresos obtenidos con el tratamiento.
Sin embargo, la radiación ionizante que el cuerpo absorbe durante la realización de los TAC aumenta también las posibilidades de desarrollar cánceres sanguíneos entre los más jóvenes, según ha certificado un estudio realizado en nueve países europeos y liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), una plataforma de investigación impulsada por la Fundación La Caixa.
En el estudio se analizaron datos de casi un millón de personas que se habían sometido a al menos un TAC antes de los 22 años. Para ello, los investigadores calcularon, para cada persona, la dosis de radiación absorbida por la médula ósea, que es donde se producen las células sanguíneas.
Al vincular esta información a los registros nacionales de cáncer, se pudo identificar a quienes desarrollaron un cáncer de sangre más tarde. El seguimiento de las personas se prolongó durante una media de 7,8 años, aunque para aquellos que se sometieron a un TAC en los primeros años de la tecnología, fue posible controlar la incidencia de cáncer durante más de 20 años después del primer TAC.
Los resultados del análisis muestran una clara asociación entre las dosis totales de radiación absorbidas por la médula ósea procedentes de las tomografías computarizadas y el riesgo de desarrollar tumores malignos, tanto mieloides como linfoides. Casi 800 ciudadanos del millón que fue monitorizado presentaban tumores de este tipo, buena parte de ellos leucemias.
Los resultados de este estudio, publicados en la revista Nature Medicine, ponen de manifiesto la importancia de seguir aplicando estrictas medidas de protección radiológica, especialmente en la población pediátrica.