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SUS EFECTOS
La clave tiene que ver con que estos fármacos afectan ciertos procesos de aprendizaje.
La salud mental es, cada vez más, objeto de mayor preocupación debido a las cifras, pero afortunadamente también un área más pública. El solo hecho de que una de cada cuatro personas experimentará un problema de salud mental en su vida, señala la importancia de hablar de ella. Una de las enfermedades más comunes en salud mental es la depresión, una dolencia que afecta a casi 300 millones de personas y que según la Organización Mundial de la Salud alcanzará a 500 millones en menos de 10 años. Con estos datos sobre el tablero las investigaciones en antidepresivos resultan fundamentales, sobre todo sus efectos a largo plazoy endiferentes edades.
Y más aún para España que por segundo año consecutivo se sitúa a la cabeza en el consumo de ansiolíticos y antidepresivos según el último informede la Junta Internacional de Estupefacientes. De hecho en la última década el consumo de este tipo de fármacos en nuestro país aumentó un 40 %.
Una clase de antidepresivos ampliamente utilizada, particularmente para casos persistentes o graves, son los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS). Estos medicamentos tienen como diana la serotonina, un neurotransmisor implicado en el control de las emociones y popularmente conocido como "el químico del placer". El problema es que los efectos secundarios tiene que ver con que "anestesian" nuestras emociones:entre el 40 y el 60 % de los pacientes que reciben este tratamiento señalan esta apatía emocional.
Hasta la fecha, la mayoría de los estudios sobre estos fármacos solo han examinado su uso a corto plazo lo que no daba un panorama completo de sus efectos en el tiempo. Ahora un equipo de científicos de la Universidad de Cambridge liderados por Christelle Langley, ha realizado un estudio en más de 60 voluntarios entre 18 y 45 años a los que se les administró durante varias semanas escitalopram, uno de los antidepresivos mejor tolerados y se evaluó su impacto. Un detalle importante es que ninguno de los voluntarios tenía un diagnóstico de depresión.
Los voluntarios, divididos en dos grupos, tomaron el fármaco o un placebo durante al menos 21 días y completaron una serie de pruebas para evaluar las funciones cognitivas, incluido el aprendizaje, la inhibición, la función ejecutiva, el comportamiento de refuerzo y la toma de decisiones.
Los resultados del estudio, publicados en 'Neuropsychopharmacology', mostraron que los antidepresivos comunes afectan el aprendizaje por refuerzo, un proceso conductual importante que nos permite aprender de nuestro entorno y de nuestras acciones. El fármaco afectaría la sensibilidad a las recompensas y nuestra capacidad para responder en consecuencia. Si lo que ocurre a nuestro alrededor no nos aporta aprendizaje termina por no interesarnos y allí surge este embotamiento o anestesia.
"El embotamiento emocional es un efecto secundario común de los antidepresivos – explica Langley en un comunicado – . En cierto modo, esto puede ser en parte la forma en que funcionan: eliminan parte del dolor emocional que sienten las personas que experimentan depresión, pero, desafortunadamente, parece que también eliminan parte del disfrute. A partir de nuestro estudio, ahora podemos ver que esto se debe a que se vuelven menos sensibles a las recompensas, que brindan una retroalimentación importante".
El hallazgo permitirá llevar a cabo mejores tratamientos a largo plazo, identificar las consecuencias y recetar con más acierto las dosis adecuadas.