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EXPERIMENTO SOCIAL
Un experimento analizó las consecuencias del aislamiento y la crianza en este tipo de situaciones.
Uno de los clásicos de la literatura, 'El señor de las Moscas', escrito por el premio Nobel William Gerald Golding, analizó el comportamiento de niños de entre 6 y 14 años que deben sobrevivir solos en una isla. Desde que se publicó en 1954 mucho ha cambiado en la sociedad y la suposición es que hemos mejorado.
Lo más cercano a esta situación en la vida real fueron los experimentos llevados a cabo por el sociólogo Muzafer Sherif justo un año antes de la publicación del clásico de Golding. El problema es que los experimentos de Sherif no solo estaban centrados en varones, también estuvieron viciados por la conducta de los observadores que propiciaban el conflicto para obtener resultados más "jugosos".
Aún así, la realidad es que los experimentos sociales, desde una semana sin móvil a los que explican porqué las mujeres viven más que los hombres, no siempre apoyan la esperanzadora visión de que hemos mejorado a lo largo del tiempo.
En los últimos años, cada vez son más las personas que señalan la importancia de criar a hijos e hijas del mismo modo. Lo cual puede parecer obvio, pero en la práctica esto no ocurre. Una encuesta realizada por Netmums señala que padres y madres saben que tratan a sus hijos e hijas de manera diferente y admiten ser más críticos con sus hijas mientras dejan que sus hijos se salgan con la suya más a menudo. Y no se trata de un porcentaje sutil: el 88 % reconoce este comportamiento.
Para apoyar estos datos también podemos citar un análisis de Naciones Unidasque muestra que las niñas pasan 160 millones de horas más que los niños (a nivel global) realizando tareas del hogar: las niñas dedican un 40 % más de tiempo en las tareas del hogar que los niños, y a los 14 años, eso aumenta hasta el 50 %.
Para evaluar el impacto verdadero de este tipo de crianza se llevó a cabo un experimento social en el que un grupo de 10 niños y un grupo de 10 niñas pasaron una semana viviendo en casas sin supervisión. Los menores de 13 años no se conocían entre sí, debían tomar clases de cocina previamente y contaban con todos los alimentos y necesidades cubiertas. También podían abandonar el experimento cuando quisieran, pero no se permitía la entrada de adultos, aunque los menores eran controlados las 24 horas.
La parte de los niños del experimento se puede ver en este vídeo:
Mientras que este otro muestra el comportamiento de las niñas:
Los resultados, en verdad, no resultan sorprendentes. A las pocas horas de entrar en la casa, los niños ya la habían convertido en un caos de desorden y objetos rotos. Se alimentaban básicamente de lo que encontraban, sin dedicar tiempo a cocinar y cada uno lo hacía de forma individual. Su comportamiento se volvió cada vez más agresivo y formaron dos grupos claramente enfrentados (como ocurría en 'El Señor de las Moscas'). El alimento más importante era el azúcar y uno de los niños se convirtió en el chivo expiatorio de ambos grupos.
Por su parte las niñas se organizaron para crear rutinas y determinaron quienes las llevarían a cargo. También crearon rutinas de juego y de tiempo individual. Dedicaban tiempo a la limpieza de las zonas comunes y a crear artesanías mientras se alimentaban de forma bastante más saludables que ellos. Tampoco para ellas fue fácil y hubo enfrentamientos, pero nunca al nivel de los niños.
Los resultados mostraron que si bien padres y madres pensamos que educamos a nuestros hijos e hijas con un criterio de igualdad, la realidad es que los roles de género se mantienen en muchos aspectos y aunque reconozcamos el potencial individual, aún mantenemos ciertas costumbres de crianza que asocian ciertos comportamientos y rasgos con niños y niñas, y puede ser difícil acabar con esos sesgos inconscientes, según los responsables del estudio.