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DIABETES, CÁNCER O ATAQUES CARDÍACOS TAMBIÉN
Un estudio de la Universidad de Texas revela que vivir sin respetar los ritmos circadianos puede dañar la salud a largo plazo.
El 20 % de la población mundial trabaja en horario de turnos rotativos, y estos incluyen a personal de centros hospitalarios, operarios de fábricas, periodistas, conductores... Según una investigación de la Universidad de Texas, en Estados Unidos, estos empleados están sometidos a un ritmo de vida que puede acarrear graves consecuencias de salud en el futuro.
El estudio, realizado con 36 ratones adultos y publicado en la revista 'Neurobiology of Sleep and Circadian Rhytms', muestra los efectos adversos del trabajo por turnos. Este cambio en los horarios de sueño y vigilia puede desencadenar, a largo plazo, trastornos de salud como diabetes, ataques cardíacos, cáncer y accidentes cerebrovasculares o ictus.
Los efectos del trabajo por turnos a largo plazo
En un experimento anterior, los investigadores trabajaron con ratones para evaluar los efectos del ictus en ejemplares que trabajaban a turnos. Resultó que los ictus eran más severos para dichos animales que aquellos que tenían un ritmo de día y noche. Los machos tuvieron peores resultados y mayores tasas de mortalidad.
En este nuevo estudio, los científicos estadounidenses evaluaron los efectos del trabajo por turnos a largo plazo. Para ello, los roedores volvieron a un ciclo regular de 24 horas después y esperaron hasta que alcanzaran una edad equivalente a cuando los humanos tienen más probabilidad de sufrir un ictus, para evaluar su gravedad y los resultados.
De esta forma, los investigadores pretendían averiguar si la vuelta a un horario normal es suficiente como para que las alteraciones del ritmo circadiano se eliminen o si, por el contrario, los efectos se prolongan en el tiempo aún habiendo recuperado un horario normal.
Los ritmos de sueño nunca vuelven a la normalidad
Después de realizar el experimento, los científicos observaron que los efectos del trabajo por turnos persisten en el tiempo en los roedores, sin importar que se haya recuperado un horario normal. De hecho, los ciclos de sueño y de vigilia de los animales nunca volvieron realmente a la normalidad, a pesar de volver a un horario normal.
Además, en comparación con ratones que habían tenido un horario normal siempre, los que tuvieron uno por turno mostraron alteraciones de sueño y vigilia, con periodos de actividad "anormal" en los de sueño.
Por otra parte, cuando los animales que habían trabajado por turnos tuvieron un accidente cerebrovascular sus resultados fueron peores. Asimismo, los investigadores también observaron niveles altos de medidores inflamatorios en el intestino en los roedores que habían trabajado por turnos. Por tanto, los autores del estudio concluyeron que la interrupción del ritmo circadiano puede causar ictus más graves.
Las hembras serían las peor paradas por el trabajo a turnos
Por otra parte, los investigadores también sacaron conclusiones distintas por cada género. Por ejemplo, que las hembras presentaron déficits funcionales "más severos y una mortalidad más alta que los machos", según la Universidad de Texas.
"Los datos de este estudio adquieren una importancia adicional relacionada con la salud, especialmente en las hembras, porque el accidente cerebrovascular es un factor de riesgo de demencia y afecta de manera desproporcionada a las mujeres mayores", explicó la autora Farida Sohrabji.
Los perjuicios del trabajo por turnos
"El trabajo por turnos, especialmente el trabajo por turnos rotativos, confunde nuestros relojes corporales y eso tiene ramificaciones importantes en términos de nuestra salud y bienestar y la conexión con las enfermedades humanas", comentó Earnest.
El profesor señala que si los relojes corporales están sincronizados correctamente, estos coordinan los procesos biológicos para que se produzcan, adecuadamente, por el día o por la noche. Sin embargo, cuando los ritmos circadianos están descompensados se generan cambios en "la fisiología, los procesos bioquímicos" y otros comportamientos corporales.
Algunos de los hábitos que difunden desde la Universidad de Texas para luchar contra este efecto son: en la medida de lo posible, mantener un horario de sueño regular; evitar una dieta rica en grasas; practicar deporte y no beber demasiado alcohol ni fumar.
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