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Cruz del Castillo de Santa Catalina: esta es su historia

Una de las cuestiones más impactantes del Castillo de Santa Catalina de Jaén es la imponente Cruz que se encuentra en el lugar. Esta es su curiosa historia.

Cruz del Castillo de Santa Catalina: esta es su historiaImagen de Zarateman en Wikipedia, licencia de dominio público

Una de las cuestiones más sorprendentes que podemos encontrar en Jaén es, sin lugar a dudas, el espectacular y precioso Castillo de Santa Catalina. Es un lugar con una gran importancia tanto a nivel histórico como cultural, por lo que es importante saber todos y cada uno de sus detalles.

La leyenda dice que cuando el rey Fernando III entró a la ciudad de Jaén tras conquistar a los musulmanes, no dudó un solo segundo en subir con sus tropas hasta este Castillo árabe. Llegó hasta el último rincón, denominándolo Cerro de Santa Catalina tras haberse aparecido la Santa en sus sueños.

Una vez llegó a un punto concreto del monte, desde donde se tienen unas vistas de ensueño de la Catedral de Jaén, uno de los capitanes hizo un gesto que pasó a la historia. Y es que hincó una espada, como señal de triunfo, en el suelo de ese lugar. La punta quedó clavada en el suelo y el travesaño. A primera vista parecía una cruz cristiana.

Cruz del Castillo de Santa Catalina | Imagen de Zarateman en Wikipedia, licencia de dominio público

El rey Fernando III se quedó fascinado por este hecho, por lo que decidió que desde ese momento siempre hubiera una gran cruz en ese mismo punto. Entre otras cosas, para recordar esa conquista de las tropas cristianas. Una leyenda que terminó convirtiéndose en tradición. Tanto es así que las religiosas del Real Monasterio de Santa Clara, también fundado por este rey, eran las encargadas de costear esta cruz.

Y es que los vientos de la zona hicieron que muchas cruces, la mayoría de madera y hierro, terminaran cayéndose y fueran inservibles. Así pues, cada poco tiempo tenían que poner una nueva cruz. Una vez pasó el tiempo, las religiosas del Real Monasterio de Santa Clara decidieron dejar a un lado esta peculiar encomienda.

Por lo tanto, el Obispo de la diócesis de Jaén encargó mantener la Cruz del Castillo a una familia muy conocida en la ciudad. Estamos hablando de los Balguerías. Una tradición que se ha ido pasando de generación en generación. Tanto es así que en el año 1950, Eduardo Balguerías colocó la Cruz que conocemos en la actualidad.

Está hecha de hormigón armado y, a pesar de que lleva más de medio siglo en este lugar, no ha habido viento que haya sido capaz de moverla. Lo cierto es que estamos ante una historia de lo más curiosa que pocos saben y que, desde luego, ¡no deja absolutamente indiferente a nadie!