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Una ciudad situada en el oeste de Alemania tiene un mercadillo de Navidad que se celebra en una antigua mina subterránea. Es una experiencia única y cuenta con distintos puestos de artesanía y regalos y hasta puedes hacer una ruta por dentro de la cueva.
Los mercadillos navideños son una de las tradiciones más esperadas de Navidad. Recientemente te hablábamos del único mercadillo de Navidad de España que está entre los mejores del mundo 2025, pero es que también hay algunos que son de lo más originales, como el mercadillo que está bajo un viaducto en la Selva Negra (Alemania).
Y ahora queremos hablarte del mercadillo navideño alemán que se celebra bajo tierra en una cueva. Se encuentra en la ciudad de Recklinghausen, en el oeste de Alemania, y tiene lugar en una mina donde los visitantes pueden ver puestos de artesanía y regalos en unas instalaciones que antiguamente se utilizaban para la formación de mineros.
Muchas de las personas que lo han visitado lo describen como "una experiencia única" ya que los túneles están excavados en las profundidades de una montaña. Aunque los turistas no entran en un pozo subterráneo, los escombros muestran que el mercadillo se instala donde estaban exactamente las minas subterráneas.
"La montaña tiene en realidad unos 1.300 metros de largo, pero hoy no recorreremos toda la zona, sino que hemos creado un pequeño circuito de unos 500 metros. Lo especial es que aquí se puede vivir la minería en directo", explica el organizador Marcel Grigul y que recoge Reuters.
El mercado está gestionado por una asociación de antiguos mineros que utilizan los túneles para actividades culturales y visitas guiadas para que no se olvide la época minera que tuvo lugar en la región durante aproximadamente un siglo. Recklinghausen forma parte de la región industrial del Ruhr, que fue un centro industrial de minería junto a ciudades como Essen y Bochum. La última mina de carbón duro de Alemania se cerró en 2018.
El mercado se celebra por primera vez el 14 y 15 de diciembre y fue tan popular que los organizadores recibieron más visitantes de los que pudieron permitir el acceso a los túneles.