ZAMORA
Muchos son los que se han preguntado de dónde viene el curioso nombre de la ciudad zamorana de Toro. ¡Estas son las leyendas más conocidas!
No es ningún secreto que, con el paso del tiempo, Toro se ha convertido en una de las ciudades más conocidas pero también una de las más importantes, históricamente hablando, de la provincia de Zamora. Sus calles han sido testigos de cuestiones que han marcado un antes y un después en muchísimos aspectos.
Ahora bien, son muchos los que también a lo largo de los años se han preguntado el motivo por el que Toro lleva ese nombre. Los toresanos, la gran mayoría, aseguran que se trata por ese verraco que podemos encontrar a la entrada de la ciudad, cercano al precioso Arco de Santa Catalina.
Estamos ante la hipótesis más aceptada pero, como suele suceder en este tipo de historias, hay muchas más leyendas al respecto. Una de las más conocidas nos hace trasladarnos a la época romana, cuando el cónsul que ejercía el poder en las tropas de la ciudad se llamaba nada más y nada menos que Estatilio Tauro. De ahí que su apellido pudiera dar lugar al nombre de la ciudad zamorana.
¡Pero hay más teorías! Una de ellas tiene estrecha relación con la posición geográfica de Toro, ya que está situado en un cerro sobre la vega del Duero. Según la RAE, esto sería un “otero”. De ahí que haya gente que crea firmemente que el nombre venga de esta definición.
Hay quien dice que, tras la repoblación de la ciudad por parte de Alfonso III en el año 900 (aproximadamente), se mandó construir una ciudad “en el sitio del toro”, refiriéndose estrechamente al toro vacceo. De ahí que derivada al nombre acortado de Toro.
Otra historia tiene relación con una leyenda donde, para decidir el nombre de esta ciudad, no dudaron un solo segundo en hacer pelear a un león y a un toro. El que resultase vencedor, recibiría su nombre. Esta historia también nos otorga una explicación, incluso, al escudo de Toro puesto que aparecen esos dos animales sobre el Puente de Piedra. Lo cierto es que no hay una historia concreta por la que Toro lleva ese nombre, pero sí está repleta de historias y leyendas que han ido pasando de generación en generación entre los toresanos.