Arrasada por el accidente de Chernóbil
La ciudad de Pripyat, que recibe su nombre del río que la atraviesa de norte a sur, es tristemente célebre por ser la más afectada por el accidente que tuvo lugar en la central nuclear de Chernóbil en el año 1986. Hace casi treinta años de la explosión y lo que antaño fuera una ciudad modelo del régimen soviético es hoy un lugar tétrico y desangelado.
El Partido Comunista de la Unión Soviética fundó la ciudad en 1970 con la intención manifiesta de conceder hogares a los trabajadores de la central nuclear de Chernóbil (situada a tan sólo 3 kilómetros de Pripyat) y a sus familias. Pronto se convirtió en una de las zonas más prósperas y más agradables donde vivir en la antigua URSS pero la tragedia que tuvo lugar dieciséis años después convirtió a Pripyat en un lugar más inhóspito, solitario y desierto que la Comala de Pedro Páramo.
La ciudad ha sido completamente abandonada a su suerte. Los edificios se encuentran en un estado ruinoso y muchos de ellos se han visto reducidos a escombros. Ni una sola alma vive allí, el único rastro de vida es el de la maleza silvestre que crece por los rincones y el de los turistas que acuden con ganas de ver de cerca las consecuencias del desastre.
¿Es seguro visitar Pripyat? No es una pregunta fácil de contestar. Lo más recomendable es ponerse en contacto con el Consejo Nuclear de España donde indican que al ser Ucrania un miembro de la Organización Internacional de la Energía Atómica "si las autoridades admiten las visitas es porque no existen riesgos para la salud".
La embajada de España en Kiev pone en conocimiento en su página web que la zona de la Central Nuclear de Chernóbil tiene el acceso estrictamente restringido. Y aunque reconoce que se pueden realizar visitas guiadas excepcionalmente tras obtener el permiso de la gencia estatal Chernobil Interinform, estas visitas también se desaconsejan, ya que en los últimos meses ha habido varios incendios forestales dentro de la zona de exclusión.
Obtenido el permiso, los guías llevan a los visitantes por rutas programadas donde el nivel de radiación está controlado y donde se han llevado a cabo tareas de descontaminación radiactiva. La posibilidad de respirar una partícula radiactiva es muy baja siempre y cuando uno no se salga de las rutas programadas. Por lo tanto, el peligro es menor de lo que podría pensarse en un principio. Pero a la vista de lo que hemos contado, que cada cual saque sus propias conclusiones al respecto.
La visita a Pripyat es realizar un viaje en el tiempo. Al ser un lugar inhabitable, todo se mantiene anclado y petrificado en el año 1986. La propaganda comunista y todos sus resortes: edificios, carteles, lemas, consignas, y la vieja técnica militar se ven más obsoletas que nunca.
El desastre de Chernóbil fue una vergüenza para la Unión Soviética pero décadas después Ucrania le ha sabido sacar partido a la tragedia ofreciendo la posibilidad de que los turistas conozcan de primera mano el estado en el que quedó la población de Pripyat y la zona de exclusión formada tras el accidente.
Pasear por sus calles, ver los edificios completamente desechos, las instalaciones abandonadas y los juguetes rotos tirados por el suelo es algo espeluznante. Y es que visitar Pripyat es una experiencia aterradora. La ciudad, como ocurría con Comala en la novela, nunca volverá a ser la que fue. Y estamos convencidos de que tú tampoco serás la misma la persona después de conocerla.
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Turismo de Ucrania