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REALIZADO A MANO EN UN PATIO TRASERO

Blue Flash, la montaña rusa más pequeña del mundo

El paseo solo dura 30 segundos y fue construida a mano en el patio trasero de una finca de Indiana. Sin duda, el regalo de un abuelo a sus nietos más impresionante jamás realizado.

Imagen no disponibleAtresmedia

Si hay algo que nos gusta, eso es una buena ración de adrenalina. Y en un parque de atracciones se encuentra prácticamente en cualquier rincón, pero especialmente en las montañas rusas. Aquí ya te hemos contado todo tipo de anécdotas y récords a cuál más apabullante en torno a estas atracciones no aptas para aprensivos a la velocidad y a la altura, pero no siempre se trata de 'los más'. También hay hueco para mirar el otro lado de la tabla.

Si bien es la Steel Dragon 2000, en el Nagashima Spa Land de Japón, la montaña rusa más larga del mundo con 2.478,99 metros de recorrido. Al otro lado de la tabla encontramos una mucho más modesta pero con una historia que también la convierte en gigante: la Blue Flash. No está en un parque de atracciones, ni mucho menos en un lugar público. Al contrario, se encuentra en el patio trasero de la casa de un anciano de Indiana. Sí, como lo lees.

John Ivers, que así se llama el dueño de la casa y de la atracción, es un apasionado de las montañas rusas, la adrenalina y sus nietos. Una ecuación que no podía solucionarse de otro modo que no fuera creándoles a sus nietos su particular montaña rusa casera. Y eso hizo, creándola a mano y convirtiendo su rancho en el hogar de la que ya es conocida como la montaña rusa más pequeña del mundo.

En el recorrido no falta ni siquiera un looping, pero como dura menos de 30 segundos hacer por completo todo el circuito, hace falta bastante velocidad para que la góndola coja la curva. El viaje en la Blue Flash tiene un carrito que sube por la rampa de metal mediante una cadena de la que se tira manualmente, y luego se deja caer. La fuerza de la gravedad y las leyes de la física se encargan del resto, es decir, de dar el giro.

La singular obra de John Ivers es ya todo un hito en Indiana y fuera incluso de Estados Unidos. En Japón, donde son muy amantes de las montañas rusas, también la conocen, de ahí que no falten turistas que se acercan hasta allí para ver con sus propios ojos si es tan pequeña como parece en las fotos. Y sí, lo es, y también todo un motivo de orgullo para John, que ya tiene a sus nietos mayores pero aun así se siguen montando (no en vano, la construyó hace más de una década).

Por cierto, que nuestro singular abuelo, hace un par de años volvió a crear una nueva montaña rusa. También es de color azul, aunque en un principio iba a ser roja. A este paso, su jardín se va a convertir en un auténtico parque de atracciones. Será cosa de proponérselo.

Si te interesa conocerla en persona, solo tienes que ir al condado de Knox, en Indiana. Concretamente a Bruceville, una localidad de apenas 480 habitantes, por lo que todo el mundo sabe quién es quién.