ITALIA

La historia de la Basílica de San Francisco de Asís y cómo acabaron allí los restos del Santo

Viajamos hasta Asís, en Italia, para conocer qué hay detrás de una de sus edificaciones religiosas más importantes. Así es la Basílica de San Francisco de Asís.

Basílica de San Francisco de AsísImagen de Stifone en Wikipedia, licencia: CC BY-SA 4.0

Es el momento más que perfecto para poner rumbo a la región italiana de Umbría, concretamente a Asís. Allí encontramos un gran número de construcciones, monumentos y rincones verdaderamente de ensueño. Un claro ejemplo lo encontramos, precisamente, en la conocida como Basílica Patriarcal de San Francisco.

Se trata del lugar en el que se glorificó a San Francisco de Asís, y consta de dos partes perfectamente diferenciadas. Por un lado, la Basílica inferior (oscura y baja) y, por otra, la superior (con mucha más luz y espacio). Una distribución que muchos interpretaron como un símbolo, entre la penitencia y la gloria. Desde el punto de vista religioso, esta Basílica tiene una gran importancia al ser la sede de la Orden Franciscana y una parada fundamental para muchos de esos peregrinos que ponen rumbo a la ciudad de Roma.

La Basílica de San Francisco de Asís, a través de su historia

Según versa la tradición, el propio Francisco fue quien indicó el lugar exacto en el que quería ser enterrado. Se trataba de la colina inferior de la ciudad en la que habitualmente eran enterrados aquellos que fueron condenados por la justicia. Puede que esa sea la razón por la que era conocida como “Collis Inferni”.

Tiempo después, fue el Papa Gregorio IX el que decidió cambiar el nombre de esta zona por otro completamente diferente, como es el de “Collado del Paraíso”. Lo cierto es que se trataba de un sitio verdaderamente idóneo ya que, desde allí, se podía divisar todo el valle del Espoleto. Había tanta tranquilidad que pasó a ser un sitio perfecto para que los frailes pudieran llevar su día a día.

Basílica de San Francisco de Asís | Imagen de Berthold Werner en Wikipedia, licencia de Dominio público

Cuando se procedió a la construcción de este templo, la fama de San Francisco de Asís se había hecho mundial. Tanto es así que para poder completar la basílica llegaron un gran número de ofertas de todo el planeta. Sea como sea, la historia no puede contarse sin la figura de Fray Elías, máximo responsable de este impresionante proyecto, que se vio sorprendido en marzo de 1228 cuando recibió de Simone de Pucciarello, en nombre del Papa, un terreno en la parte oeste de Asís.

El 16 de julio de ese mismo año, tan solo un par de años después de su muerte, el Papa Gregorio IX proclamó Santo a Francisco. Un día después, tanto el Papa como Fray Elías pusieron las primeras piedras de esta basílica que no solamente sería sede del Orden que acababa de surgir, sino que albergaría nada más y nada menos que los restos mortales del Santo.

En un principio, esta obra iba a ser algo sencillo y simple pero, conforme avanzaban los años, todo fue modificándose considerablemente. Tanto es así que este complejo estaba formado por dos iglesias superpuestas aunque independientes. Las obras terminaron en 1239 y, catorce años después, no solamente murió Fray Elías sino que se consagró al culto por el Papa Inocencio IV.

Entre los numerosos hechos históricos a destacar, se encuentra el que tuvo lugar en 1289 cuando Nicolás IV, siendo el primer Papa franciscano de la historia, concedió a esta construcción nada más y nada menos que el estado de Iglesia papal. Siglos después, en 1754, el Papa Benedicto XIV le brindó la categoría tanto de Basílica Patriarcal como de Capilla Papal. Lejos de que todo quede ahí, en agosto de 1969, Pablo VI ordenó que esta Basílica pasara a estar regida por un Cardenal.

Interior de la Basílica de San Francisco de Asís | Imagen de José Luiz Bernardes Ribeiro en Wikipedia, licencia: CC BY-SA 4.0

Los restos mortales de San Francisco, uno de los grandes atractivos de la Basílica

A finales de mayo de 1230 se procedió a trasladar los restos mortales del Santo desde la Iglesia de San Jorge hasta esta construcción que se erigió en su honor. Pero, ¿dónde se encuentra exactamente? En un lugar inaccesible, como es bajo el altar mayor. Es más, durante muchos siglos se perdió incluso la memoria del punto exacto en el que se encontraban esos restos mortales.

Tras su redescubrimiento y previa autorización del Papa Pío VII, en diciembre de 1818 se excavó la cripta diseñada por el arquitecto Pascual Belli en estilo neoclásico. Lo cierto es que era tan sumamente diferente al resto de la basílica que entre los años 1925 y 1932 el arquitecto Hugo Tarchi hizo una considerable modificación, optando por el estilo neorrománico.