Viaje literario a Nueva Zelanda
Pocos mundos han atrapado a tantas personas de todas las procedencias, edades y sexos como lo consiguió y lo sigue haciendo el creado por J.R.R. Tolkien en la trilogía de ‘El Señor de los Anillos’. Aquellos que navegaron entre sus páginas quedaron atrapados por la magia de su escritura desde el primer momento y quienes no se atrevieron a hacerlo también acabaron en la red del escritor, pero a través de las películas basadas en sus novelas. No hay quien escape de un lugar tan maravilloso como el que describe el británico.
Tolkien aparentemente no se inspiró en ningún lugar existente, sino que creó con su magnífica imaginación todos los paisajes que se nos presentan en estas novelas, demostrando así el poder de la mente. Lo que no sabía en ese momento era que, unos años más tarde, otra mente maravillosa encontraría el enclave perfecto para reproducir sus escenarios y crear una verdadera Tierra Media en nuestro propio mundo.
Hablamos de Peter Jackson, quien supo ver la belleza de un rincón que había pasado desapercibido durante años y reconvertirlo en ese paisaje que describían las páginas escritas por Tolkien. Un rincón que concretamente se encontraba -y se encuentra- en la región neozelandesa de Waikato. Matamata, un pequeño pueblo de Nueva Zelanda que nunca se había creído especial, se convirtió a finales de los 90 en un pedacito del universo de Tolkien, en el lugar que tantas y tantas veces habíamos imaginado y que ahora era tangible: Hobbiton.
Uno de los pueblos más antiguos de La Comarca, en el que habitan esos seres tan queridos por todos y tan especiales, los héroes de esta historia que, pese a no ser considerados extraordinariamente especiales, se atrevieron a luchar contra todo y contra todos para salvar su mundo y para mantener la paz en todas sus tierras. Los hobbits y sus curiosas tradiciones se conservan en los muros de esas casas tan pintorescas, en su taberna, en la propia naturaleza. Un lugar único que muchos pensaban que no iban a visitar jamás y que ahora está a unas cuantas -puede que muchas- horas de vuelo.
Pero, ¿qué son unas horas encerrado en un avión si el destino es la Tierra Media? Nueva Zelanda es uno de los países que más atrae a los viajeros y, sabiendo que allí encontrarás Hobbiton, las ganas de visitarlo no hacen otra cosa que aumentar. Matamata se ha convertido en un verdadero museo en el que cualquier turista puede pasar a formar parte de él y sentirse como el mismísimo Gandalf visitando a su gran amigo Bilbo. El equipo de Peter Jackson cuidó todos los detalles a la hora de recrear el pueblo de los hobbits, por ejemplo construyendo las casas de un tamaño menor al ‘normal’ para que se apreciara la diferencia cuando el mago gris hiciera su visita, y aprovechando todos los accidentes de la naturaleza.
A día de hoy, este magnífico escenario puede ser visitado por todo el que quiera sentirse un personaje de Tolkien por un rato, pero siempre a través de un tour guiado. En él tendrás la oportunidad de ver todas las casas de los hobbits y, por supuesto, de entrar en ellas y formar parte de ese lugar tan mágico. Además, en Hobbiton encontrarás, por supuesto, otros puntos emblemáticos del pueblo como el puente de piedra de doble arco o el molino, que serán rápidamente reconocidos por los seguidores de la saga.
Sin embargo, el punto del tour que es más aplaudido, además de los hogares de Bilbo, Frodo y compañía, es la famosa Taberna del Dragón Verde, donde podrás tomarte algo mientras rememoras todas esas escenas que has visto en esos mismos lugares y recuerdas las decenas de veces que soñabas con verte en ellas. Un viaje inolvidable para los amantes de ‘El Señor de los Anillos’, que verán y tocarán la imaginación de Tolkien hecha realidad.
Nueva Zelanda está lejos, muy lejos, pero merece la pena visitarla por absolutamente todo. Sus paisajes vencerán a cualquier otro que hayas visto durante toda tu vida y, además, te permitirá cumplir uno de tus mayores sueños: emprender tu propio viaje hacia un mundo maravilloso. La Comarca, Hobbiton y Bolsón Cerrado te están esperando con los brazos abiertos. ¿Vas a rechazar esta invitación?