PRUEBAS | MITSUBISHI MONTERO 3.2 Di-D 5P KAITEKI AUT.
El Mitsubishi Montero, en su quinta generación, sigue siendo 'santo y seña' de aptitudes camperas, aunque un completísimo equipamiento y pequeños retoques estéticos le han suavizado un poco.
He de confesar, que cuando vi al mítico Mitsubishi Montero en la prueba a tres de Centímetros Cúbicos de sus hermanos Eclipse Cross, ASX y Outlander, no pude por menos que soñar con volver a tener las sensaciones de subirme a uno. Dicho y hecho. Bien dicho lo de subirme, porque con tanto SUV, había olvidado que en los coches con auténticas aptitudes camperas, hay que elevar la pierna para subir el escalón, apoyándose en la tradicional maneta al efecto, sobre todo si apenas se roza el 1,70 de altura.
Hay que reconocer que, después de cinco generaciones, el 'tt' japonés no defrauda en cuanto a sus virtudes Off-Road, como se dice ahora. Sin dejar de reconocer su amplio equipamiento, aún es una de las mejores opciones para aquellos que necesiten un verdadero todoterreno para moverse con frecuencia por el campo.
Es un coche realmente capaz, a la altura de lo que le ha llevado a estar entre los mejores todoterrenos del mercado durante décadas. Lamentablemente, quedan pocos como el Mitsubishi Montero. Sus rivales se podrían contar con los dedos de una mano: Toyota Land Cruiser, Nissan Pathfinder, Land Rover Defender y Discovery y Jeep Wrangler.
El último Montero está disponible en carrocería de tres y cinco puertas con un único motor, el 3.2 Di-D de 200 caballos, que en este acabado Kaiteki viene asociado a un cambio automático cinco velocidades.
Las diferencias estéticas del Montero actual no es fácil verlas: un frontal con luces diurnas de led, paragolpes de nuevo cuño y parrilla retocada; si nos vamos a la trasera, comprobaremos que el soporte de la rueda es nuevo; y, por último, en el techo se incorporan de serie las barras.
En el interior no encontramos muchos más cambios, siendo más de matiz que los señalados en el exterior, como las nuevas inserciones en aluminio para vestir un interior que destaca por su buen equipamiento en la versión Kaiteki. Su calidad de realización es intachable, pero también tiene presente la durabilidad y el uso al que puede que sea sometido.
Aunque hay algunos plásticos que podrían ser mejores, no queda duda de que a las primeras de cambio de un uso intensivo no aparecerán desajustes o molestos crujidos y chirridos, que siempre crean la sensación de un envejecimiento prematuro.
Las versión de cinco puertas tiene 7 plazas (2+3+2), aunque las dos extras, cuyo asiento es escamoteable en el fondo del maletero, son únicamente válidas para niños, aunque en caso de urgencia y trayectos cortos, pueden ser una solución. El maletero con cinco plazas es de unos generosos, como todas las medidas de este todoterreno, 663 litros. Y si queremos aprovechar su máxima capacidad abatiendo las banquetas de la segunda fila, obtendremos nada menos que 1.790 litros de carga.
En su equipamiento interior no falta de nada… incluso cuenta con un completo sistema de infoentretenimiento, un punto anticuado, pero efectivo como todo en este mítico Mitsubishi. Cuero, regulación eléctrica para los asientos (con calefacción), elevalunas, manos libres bluetooth para el móvil, conexión USB, techo solar de grandes dimensiones, cámara trasera para ayuda al aparcamiento, luces de xenón… Por poner alguna pega, un ordenador de abordo mejorable en su presentación y que el volante no cuenta con regulación de distancia o profundidad.
En su vano motor se esconde el mismo propulsor de 3,2 litros de capacidad y 200 caballos de potencia conocido de versiones anteriores. Se trata de un motor que brilla por su entrega de par, 441 Nm, y que nos permite disfrutar de su enorme fuerza desde que comenzamos la marcha. En la versión Kaiteki, la probada, está asociado a un cambio automático por convertidor de par de cinco marchas algo lento en la gestión, teniendo en cuenta los avances que ha habido en los últimos años con los cambios automáticos.
Fuera del asfalto, lo mejor del coche lo encontramos en la caja Super Select 4WD, que se maneja desde la palanca situada al lado derecho del cambio. Tiene cuatro posiciones desde las que controlamos todo el poderío, que es mucho, de esta auténtica máquina en campo.
La posición 2H para circular en asfalto; 4H para cuando la cosa se complica por climatología o cuando debemos tirar de remolque, pues reparte la fuerza del motor entre los ejes desde una proporción de 33:67 a un 50:50; 4HLC, es igual que el anterior pero con el diferencial central bloqueado, lo que la convierte en idónea para cuando la adherencia es muy baja; y por último, 4LLC, donde entran en escena las reductoras que permiten extraer el máximo potencial… con ellas no hay pendiente que se resista en subida y permite descensos de forma muy controlada.
Por último, podemos bloquear el diferencial trasero de modo que se extraiga la máxima capacidad de tracción y las suspensiones del Montero, independientes en ambos ejes, cuentan con un funcionamiento más que correcto. En campo, los recorridos son muy buenos. Dejar una rueda al aire es difícil teniendo que enfrentarnos a obstáculos importantes. Sus buenos ángulos de ataque y salida son también responsables de sus grandes aptitudes. Solo puede parar su avance, y no siempre, un montaje erróneo de neumáticos.
En carretera tiene buen compromiso, quizá algo blando cuando nos adentramos en carreteras de montaña, pero verdaderamente cómodo cuando circulamos por los amplios trazados de autovía.
La versión Kaiteki tiene un precio de 48.525 €, aunque ahora la versión spirit arranca en 39.200€ gracias a una promoción con descuento de 4.000€ . Aún así, el precio es respetable, en la línea del de sus rivales. Eso sí, pocos coches pueden llegar hasta donde llega un Montero.