¡Cuidado!
Campanadas sin sustos: por qué comer las uvas deprisa puede ser peligroso
¿Por qué es importante? Durante las campanadas, es fundamental masticar despacio y sin distracciones. Los niños y mayores son los más vulnerables, así que pelar, quitar pepitas y partir las uvas en trozos pequeños puede evitar atragantamientos y que la noche termine en un susto.
Las prisas pueden jugarnos, muchas veces, malas pasadas. Y en Nochevieja, justo a las doce, ese riesgo se multiplica. Con las uvas de la suerte, mejor tranquilidad: comer deprisa puede provocar atragantamientos graves. La recomendación es clara: masticar bien, despacio y, en el caso de los niños, siempre en trozos pequeños.
Al ritmo del reloj, muchos engullen las uvas casi sin masticar. Redondas, resbaladizas y con el tamaño perfecto para bloquear las vías respiratorias, se convierten en uno de los alimentos más peligrosos de la noche. "Que estén muy atentos a masticar bien, comer despacio y no estar distraídos", insisten los expertos.
Los más pequeños son quienes más preocupan. Los atragantamientos son la tercera causa de muerte no natural en niños menores de cinco años. Para ellos, ni una uva entera: siempre peladas, sin pepitas y partidas en cuatro trozos, de forma longitudinal. "De la misma forma ocurre con otros alimentos, que hay que intentar que sean blandos y cortarlos en varias porciones"
La recomendación se extiende también a los mayores de 65 años, otro grupo especialmente vulnerable durante las celebraciones.
Qué hacer si alguien se atraganta
Si ocurre un atragantamiento, lo primero es animar a toser. "Porque la tos es la que nos va a ayudar a eliminar este cuerpo extraño". Pero si la tos se debilita y aparece un cambio de coloración en la piel, hay que actuar de inmediato. "Comenzar con las maniobras de desobstrucción".
En niños y adultos, se recomienda dar cinco golpes interescapulares. Si no es suficiente, se continúa con la maniobra de Heimlich. "Cinco golpes interescapulares y cinco maniobras de Heimlich hasta que el niño expulse el cuerpo extraño".
En el caso de los bebés, la técnica es diferente y requiere especial atención. Los cinco golpes interescapulares deben realizarse: "Girando al niño con la cabeza hacia abajo". Después, "colocaríamos al niño boca arriba, abrazaríamos con nuestras manos su tórax y realizaríamos cinco compresiones torácicas al nivel del borde inferior del esternón".
Gestos sencillos, técnicas básicas, que pueden marcar la diferencia y evitar que la noche termine en tragedia. Porque en Nochevieja, más que nunca, la suerte también está en comer con calma.
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