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FUTURO DEL PLANETA TIERRA
A lo largo del siglo XX al menos cinco eventos han tenido el potencial de matar a miles de millones de personas. ¿Cuál es la mejor estrategia en estos escenarios?
La definición más aceptada del término riesgo catastrófico global (GCR por sus siglas en inglés) es "la situación que podría infligir graves daños al bienestar humano a escala global". De acuerdo con el investigador australiano Russell Blong, los GCRs se distinguen por afectar un área más grande que el hemisferio y provocar un número de muertos de muchos millones y/o pérdidas económicas superiores a varios billones de euros.
La duración de estos eventos varía de uno o dos días a más de 100 años y tienen todos ellos una tasa de retorno (otro GCR) en menos de cien años, como ocurrió con la Primera Guerra Mundial a la que le siguió la pandemia de gripe de 1918-1919.
A lo largo del siglo XX ha habido al menos cinco GCR globales: la Primera Guerra Mundial, la pandemia de gripe de 1918-1919, la depresión global de la década de 1930; la 2Segunda Guerra Mundial y la pandemia del coronavirus COVID-19. Esto sugiere, según un estudio publicado en 'Frontiers in Earth Science', un período de retorno promedio de 25 años; es decir, las posibilidades de otro GCR en la próxima década o dos son moderadamente altas.
De hecho, el informa ante mencionado, señala cuatro riesgos catastróficos globales como los más probables en las próximas décadas: aumento del nivel del mar, una erupción volcánica con un índice de explosividad de 7 u 8, una pandemia y una tormenta geomagnética. ¿Cómo sobreviviríamos los humanos a estos escenarios?
En el imaginario popular, la forma más habitual de salvar a la humanidad en caso de una pandemia mortal u otra catástrofe global extrema, es establecer un refugio seguro, en una isla o en lugares tan lejanos como la luna o bajo el agua, donde una parte de la población humana pueda permanecer a salvo mientras desaparece el peligro.
El ejemplo de la pandemia de COVID-19
Ahora, un nuevo estudio, publicado en 'Risk Analysis', señala que la pandemia de COVID-19 no solo demuestra que un refugio es un concepto viable, sino que no es necesario que esté aislado geográficamente o en un lugar exótico. En su análisis, los autores, liderados por Vanessa Adams y Seth Baum, exploran cómo y por qué tanto China como Australia Occidental sirvieron como refugios exitosos durante los dos primeros años de la pandemia.
Desde enero de 2020 hasta junio de 2022, los casos estimados de China rozaron los 3 millones y hubo 16.000 muertes. En Australia, más de 7 millones de casos y 8.500 muertes, mientras que Estados Unidos sumaban más de 83 millones de casos y casi un millón de muertes y la India, 43 millones de casos y más de medio millón de muertes.
Estudios anteriores habían demostrado que las naciones insulares, como Islandia, Australia y Nueva Zelanda, son buenas candidatas para un refugio de acuerdo a su bajo índice de infecciones y contagios en los primeros nueve meses de la pandemia. Pero el estudio de Adams y Baum, abarca casi dos años de la pandemia y sugiere que el aislamiento geográfico (o estar en una isla) no es un requisito previo para un refugio en caso de catástrofe.
"China es un ejemplo muy claro – explica Baum –. Ha tenido éxito a pesar de tener la frontera terrestre más larga del mundo. Y lo mismo ocurre con Australia. Lo que ocurre es que a pesar de ser tan diferentes, ambas naciones tienen un alto grado de centralización y una alta capacidad de autoaislamiento: China a través de su gobierno autoritario, Australia a través de su aislamiento geográfico. Pero tanto China como Australia han mantenido un amplio comercio con el exterior durante la pandemia. Esto es alentador porque sugiere que los refugios pandémicos pueden brindar un alto grado de apoyo económico a las poblaciones externas durante las pandemias, un elemento importante para lograr el objetivo global de los refugios: la continuidad de la civilización".
De modo que, antes de buscar un refugio bajo tierra o en alta mar, lo recomendable en caso de catástrofe global, es buscar un país centralizado, con una capacidad de aislamiento rápida y con la facilidad de mantener comercio con otras regiones… Si eso no funciona, siempre nos quedarán los polos.
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