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UN CASO NUNCA VISTO ANTERIORMENTE
"Todavía no entendemos cómo pudo haberse desarrollado durante la etapa embrionaria, ni pudo haber superado todas estas patologías", señala uno de los autores del estudio.
La historia de esta mujer, cuyo nombre se desconoce, es única. Pero para comprenderla mejor hay que adentrarnos un poco en la genética. El ADN es el manual de instrucciones de la Vida (así en mayúsculas). Está escrito con solo cuatro letras a, t, c y g (adenina, tiamina, citosina y guanina).
Casi toda la vida en nuestro planeta tiene este manual de instrucciones, desde los pinos, hasta el ornitorrinco, los jazmines o los humanos. Solo cuatro letras, pero repetidas millones de veces, hasta 6.400 millones en el caso de los humanos. Si el ADN fuese un libro tendría unas 5 millones de páginas. En términos científicos, los genes son una región del ADN que codifica las funciones y características que heredamos. Básicamente son las historias que nos pasamos los seres vivos en el libro del ADN.
El problema es que a veces se producen "errores de ortografía" en estos genes, las conocidas mutaciones. Estas impiden a menudo que el gen desarrolle su función de forma adecuada. A veces heredamos una mutación del padre, otras de la madre y en casos menos frecuentes, de ambos. Y eso es lo que le ocurrió a esta paciente que hoy tiene 36 años y afortunadamente está llevando una vida normal: tiene trabajo, amigos, su rutina diaria…
A los dos años se le detectó el primer tumor. Y desde ese momento y hasta los 28 desarrolló doce tumores, al menos cinco de ellos malignos. Cada uno de un tipo diferente y en una parte distinta del cuerpo, lo que hacía pensar que ninguno de ellos estaba relacionado entre sí.
La mujer presentaba manchas en la piel, microcefalia y otras alteraciones. Cuando la paciente acudió por primera vez a la Unidad Clínica de Cáncer Familiar del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), se le tomó una muestra de sangre para secuenciar los genes implicados con mayor frecuencia en el cáncer hereditario, pero no se detectaron alteraciones.
Tampoco había antecedentes familiares que llamaran la atención y, por si esto fuera poco, los cinco tumores agresivos habían desaparecieron con relativa facilidad. Allí había algo muy extraño que nunca habían visto. Tan raro era que Marcos Malumbres, jefe del Grupo de División Celular y Cáncer del CNIO afirmaba en un comunicado, "todavía no entendemos cómo pudo haberse desarrollado durante la etapa embrionaria, ni pudo haber superado todas estas patologías".
Fue en ese momento cuando se decidió llevar a cabo una prueba más: la secuenciación de células únicas. Un análisis que bucea entre miles de células de la sangre del paciente y sus familiares para leer el genoma completo de cada una de ellas. Se trata de analizar los genes "de cada una de las células sanguíneas por separado", explica Carolina Villarroya-Beltri, investigadora del CNIO y primera autora del estudio. Hay muchos tipos diferentes de células en la muestra y, por lo general, todas están secuenciadas, "pero al analizar miles de estas células por separado, una por una, podemos estudiar qué le sucede a cada célula específica y cuáles son las consecuencias de estos cambios". están en el paciente".
Y allí estaba la respuesta: la mujer había heredado mutaciones en un gen esencial para la vida tanto de su padre como de su madre. El gen responsable es el MAD1L1 y es esencial en el proceso de división y proliferación celular. Los investigadores del CNIO analizaron el efecto de las mutaciones detectadas y concluyeron que provocan alteraciones en el número de cromosomas de las células.
En modelos animales, se había observado que cuando hay mutaciones en ambas copias de este gen (del padre y de la madre), el embrión muere. Pero esta mujer había sobrevivido a pesar de tener mutaciones en ambas copias. ¿Cómo era posible esto?
La respuesta está en el artículopublicado en 'Science Advances' por el equipo de Malumbres. En las conclusiones, los autores señalan que "la producción constante de células alteradas ha generado una respuesta defensiva crónica en el paciente frente a estas células, y eso ayuda a que los tumores desaparezcan. Pensamos que potenciar la respuesta inmune de otros pacientes les ayudaría a frenar el desarrollo tumoral". Lo que ocurre es que el sistema inmunológico de la paciente genera naturalmente una fuerte respuesta antiinflamatoria que combate los tumores.
Hasta ahora nunca se había descrito otro caso como este. Según el coautor del estudio, Miguel Urioste, que dirigió la Unidad Clínica de Cáncer Familiar del CNIO hasta su jubilación en enero de este año, "académicamente no podemos hablar de un nuevo síndrome porque es la descripción de un único caso, pero biológicamente lo es." Si bien se conocen otros genes cuyas mutaciones alteran el número de cromosomas en las células, "este caso es diferente por la agresividad, el porcentaje de aberraciones que produce y la extrema susceptibilidad a una gran cantidad de tumores diferentes”, finaliza Urioste.
De acuerdo con Malumbres, el estudio de este caso abre "una forma de detectar células con potencial tumoral mucho antes de las pruebas clínicas y de diagnóstico por la imagen. También proporciona una forma novedosa de estimular la respuesta inmune frente a un proceso canceroso". De hecho, el descubrimiento de que el sistema inmunitario es capaz de desencadenar una respuesta defensiva frente a células con un número erróneo de cromosomas es, para Malumbres "uno de los aspectos más importantes de este estudio, que puede abrir nuevas opciones terapéuticas en el futuro".
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