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ENTREVISTA
El astrofísico malagueño Pablo Arrabal con sidera que "hoy en día prácticamente la totalidad de los astrofísicos piensa que existe vida en algún punto del universo".
El astrofísico malagueño Pablo Arrabal, que trabaja en Arizona (Estados Unidos) en varios proyectos con el gran telescopio espacial James Webb, está convencido de que existe vida extraterrestre, aunque "aún estamos lejos" de poder encontrarla.
En una entrevista, Arrabal explica que "hoy en día prácticamente la totalidad de los astrofísicos piensa que existe vida en algún punto del universo". El problema, añade, es demostrarlo y determinar "cómo de frecuente es esa vida", entendida como un organismo con una genética autorreplicable, aunque sea en el nivel más básico.
"Eso no lo hemos encontrado y estamos lejos de poder hallarlo ahora mismo, incluso en nuestra vecindad", señala el experto, que desde hace tres años investiga en Estados Unidos el universo más lejano con ayuda del James Webb, el telescopio espacial más grande del mundo, que es un proyecto conjunto de la NASA, la Agencia Espacial Europea (ESA) y la Agencia Espacial Canadiense (CSA).
Arrabal, que estos días está en Málaga, donde ha ofrecido en el Ateneo de la ciudad una conferencia sobre los últimos hallazgos del James Webb, recuerda que las nuevas tecnologías han permitido estimar el número de galaxias en el universo observable o que la mayoría de estrellas tienen un sistema de planetas. "Todo esto añade probabilidad a que encontremos en algún momento algo, pero ni siquiera sabemos cómo se originó la vida aquí, así que es un problema muy difícil de abordar", apunta.
Ni el superpotente telescopio James Webb, en órbita desde el 25 de diciembre de 2021 y más grande, eficiente y sofisticado que su antecesor Hubble, ha podido arrojar luz sobre la existencia de vida extraterrestre. Seguramente habrá que esperar a nuevas generaciones de lentes telescópicas para encontrar algún día signos de vida fuera de nuestro planeta.
En estos dos años que lleva en funcionamiento, el James Webb, situado a 1,5 millones de kilómetros de la Tierra, ha permitido a los investigadores avanzar en el conocimiento del universo, revelando imágenes "sorprendentes" y fenómenos hasta ahora desconocidos. En opinión de Arrabal, el telescopio "ha superado las expectativas" de la comunidad científica.
"Cuando los primeros datos empezaron a llegar, la gente se dio cuenta realmente de la diferencia que suponía con respecto a lo que teníamos antes (los telescopios Hubble y Spitzer)", señala este malagueño de 33 años, que vive en Tucson, en la desértica Arizona, y trabaja en el laboratorio NOIRLab de la National Science Foundation (SNF).
Arrabal destaca algunos de los descubrimientos más relevantes que ha regalado hasta ahora al mundo el telescopio James Webb, como los agujeros negros supermasivos de baja masa. "Sabíamos que este tipo de objetos debían existir, pero pensábamos que no los encontraríamos con anterioridad porque no teníamos herramientas suficientes hasta ahora. Es una alegría saber que las predicciones teóricas se cumplen", ha celebrado.
Para Arrabal, el resultado "más especial" que ha arrojado el James Webb es el hallazgo de un sorprendente número de galaxias luminosas en el universo primitivo, excediendo las predicciones de todos los modelos de evolución de galaxias previos al James Webb.
Este potente telescopio espacial también ha permitido detectar por primera vez gas metano en un exoplaneta; captar un mundo dinámico de anillos y lunas en Urano; descubrir la galaxia similar a la Vía Láctea más lejana de las observadas hasta ahora u ofrecer con una resolución sin precedentes imágenes de uno de los objetos espaciales más fascinantes del cielo, la Nebulosa del Anillo, formada de los restos de una estrella en descomposición que se desprende de sus capas externas al quedarse sin combustible.
Nacido en el popular barrio malagueño de El Palo, Arrabal se licenció en Física en Granada y se doctoró en Astrofísica en la Universidad de La Laguna, en Tenerife. Durante cuatro años trabajó en el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), hasta que en 2020 se trasladó a EE.UU. tras ser seleccionado por la National Science Foundation para trabajar con el telescopio James Webb, estudiando principalmente la formación y evolución de galaxias en el Universo temprano.
Arrabal, que aterrizó en Estados Unidos en plena pandemia de covid, está muy satisfecho con esta experiencia, que le está permitiendo trabajar en varios proyectos relacionados con su especialidad, entre ellos el proyecto CEERS (Cosmic Evolution Early Release Science), uno de los más prolíficos del primer año de observaciones con el James Webb y que estudia, entre otras cosas, las galaxias más lejanas jamás observadas.
En su actual puesto de trabajo en Tucson tiene contrato hasta verano de 2024, por lo que está buscando y solicitando ya en otros centros de investigación de alto nivel en EEUU para continuar su actividad científica en nuevos proyectos con el James Webb.
"Lo que pasa es que son procesos muy largos y son normalmente puestos para los que solo hay una única plaza y hay una competitividad bastante alta", detalla Arrabal, que no se plantea, por ahora, regresar a España, pese a que guarda muy buen recuerdo de su paso por el Instituto de Astrofísica de Canarias, donde "se hace muy buena ciencia y es un lugar agradable para vivir".
"Pero ahora mismo prefiero seguir empujando un poco más en sitios donde realmente se mueven los proyectos al máximo nivel, aunque eso también signifique estar lejos de tu casa, renunciar a otras cosas y trabajar mucho. Si no lo hago ahora no lo voy a hacer en el futuro", ha confesado.