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Bohol: corales y 'colinas de chocolate' en Filipinas

Bohol es una isla filipina en la que descubrir muchísimos tesoros de la naturaleza. ¿Los descubrimos juntos?

Chocolate Hills. BoholPixabay

Filipinas puede no ser, de primeras, un lugar que llame realmente tu atención. Pero lo cierto es que esconde rincones increíbles como por ejemplo Bohol. Esta es la décima isla más grande de toda Filipinas y es muy fácil llegar hasta ella. Algo que sin duda facilitará la tarea de descubrir sus preciosas playas en las que hacer snorkel, sus cascadas, su fauna o sus famosísimas colinas de chocolate.

Estas colinas, llamadas también Chocolate Hills, son sin duda un símbolo de esta isla. Su nombre es bastante curioso y solo escucharlo ya da ganas de ir hasta allí. Pero la verdad es que estas montañas son bastante originales y merece la pena visitarlas. Son, en realidad, un montón de pequeñas colinas (hay más de mil) y ocupan alrededor de 50 kilómetros cuadrados.

Estas pequeñas montañas miden unos 40 metros, pese a que alguna tiene unas dimensiones el doble de grandes o más. Y reciben este nombre porque tienen forma como de bombón y son de color amarronado durante la temporada seca, por lo que desde lejos, cuando tienes unas vistas panorámicas de ellas, parecen una caja de chocolates. Entrar a visitar las Chocolate Hill cuesta alrededor de 2 euros y pagarlos te permitirá observar estas colinas desde un mirador. Aunque cada vez son más las personas que se animan a alquilar una moto y descubrirlas por ellos mismos, a la aventura.

Bohol | Pixabay

Y hablando de aventuras también puede resultar una muy buena el hecho de acercarse hasta alguna de sus playas. Con aguas transparentes, son ideales para realizar cursos de buceo o hacer snorkel. En el fondo te esperan corales que llenan este otro mundo de vida y de color. Además, también podrás tener la suerte de ver algunas tortugas. Para ello tendrás que bucear en Balicasa y ya te adelanto que nadie sale defraudado después de vivir esta experiencia.

En Bohol, además, puedes optar por hacer un crucero por el río Loboc, paseando entre palmerales y admirando la cascada que hay como destino final del trayecto. O hacer una parada en el Man Made Forest: un bosque de caoba cuyos árboles forman un arco en medio de una carretera y que se plantó para volver a tener zonas verdes tras la deforestación masiva que se produjo durante la Segunda Guerra Mundial.