FRANCIA
La Catedral de Saint-Julient de Le Mans se ha convertido en todo un símbolo, a nivel histórico y cultural. Es el momento de conocer su historia y algunos de sus datos más curiosos.
La Catedral de Le Mans, conocida como Catedral de Saint-Julien, es uno de los edificios religiosos más sorprendentes que podemos encontrar en esta ciudad, pero también en toda Francia. Con el paso del tiempo, se ha convertido en el símbolo de la diócesis, así como la sede del obispo de Le Mans.
Si hablamos de datos, esta Catedral es uno de los edificios más grandes y espectaculares en cuanto a la época gótico-románica francesa. El encanto que tiene esta construcción es que se puede comparar con grandes catedrales como la de Chartres o la de Reims, pero es mucho menos conocida. Por lo tanto, tiene mucha más magia si cabe.
La Catedral de Saint-Julien de Le Mans, a través de su historia
Para conocer el origen de la construcción, debemos viajar a los siglos IV o V. Las primeras documentaciones que mencionan esta Catedral son las que hacen referencia al obispo Vulgrin, allá por el año 1056. Al parecer, él fue quien eligió dónde se iba a erigir esta edificación religiosa. Y no era más que la parte opuesta a la muralla norte que rodeaba, por aquel entonces, Le Mans.
Aunque en un principio parecía un emplazamiento idóneo, lo cierto es que conforme pasaron los años se dieron cuenta del gran error de Vulgrin. El espacio que había limitaba muchísimo la posibilidad de realizar ampliaciones en un futuro. Aun así, debemos saber que tan solo 10 años después de llevarse a cabo la construcción, ésta se derrumbó.
El obispo Arnaud, que se encontraba al frente de la diócesis en el año 1067, se encargó de la reconstrucción. Tiempo después, concretamente en 1081, se construyeron la cripta, el coro y se empezaron a poner los cimientos de los laterales y del transepto. Actualmente, de esta reconstrucción, tan solo queda un fragmento de un arco.
El obispo Hoël, en el año 1085, continuó con esos trabajos que comenzó Arnaud. En esta época fue cuando se construyeron los laterales de la nave, así como las torres. Todo ello de estilo normando. Durante estas obras, los peregrinos no podían acercarse ni a las reliquias ni a la tumba de Saint-Julien, primer arzobispo de Le Mans.
Es entonces cuando los habitantes de la ciudad francesa no dudaron un solo segundo en unir fuerzas para que el arquitecto abriera el edificio lo antes posible. De ahí que en octubre de 1093 se permitiera a los peregrinos acceder a la parte terminada de esta Catedral.
Fue Hildebert de Lavardin, nuevo obispo, quien siguió supervisando las obras, que terminaron en 1120. La consagración fue celebrada por Hildebert y cabe destacar que las autoridades de aquella época se quedaron verdaderamente sorprendidas con el resultado final de la construcción.
A pesar de todo, el año 1134 es clave. ¿El motivo? Una impresionante tormenta arrasó Le Mans. Las mansiones que estaban situadas en la conocida como colina Plantagenêt quedaron completamente destruidas como consecuencia de un incendio. Por lo tanto, la Catedral de Le Mans no fue una excepción.
El apoyo por parte de los ciudadanos en cuanto a donativos se refiere fue realmente ejemplar. Al ser conscientes de que esta edificación era un símbolo, en 1220 comenzaron las reformas. El objetivo de todos era que la Catedral de Saint-Julien pudiera recobrar, en algún momento, ese esplendor que tantísimo la caracterizaba.
Desde entonces, hubo ciertos momentos en los que las obras se vieron paralizadas. Uno de los más destacados coincide con la histórica Guerra de los Cien Años, uno de los periodos más delicados de la parte norte de Francia. Eso sí, en 1419, esta Catedral amenazó con volver a derrumbarse.
Afortunadamente, se pudieron consolidar los cimientos antes de que esto ocurriese. En 1430 se dio por finalizado el transepto norte por lo que la edificación quedó tal y como lo conocemos en la actualidad. Como curiosidad, en esta Catedral no solamente encontramos la tumba de Saint-Julien, sino también la de Carlos d’Anjou. No es ningún secreto, por tanto, que a lo largo de los siglos se han realizado un gran número de modificaciones y restauraciones. Así, han logrado que siga siendo un auténtico símbolo de Le Mans, a nivel histórico y cultural.
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