El París más dulce
Muchos la conocen como la Ciudad del Amor, aunque otros la consideran la Ciudad del Paladar.
¿Ya has comenzado a salivar? ¡No nos extraña! Leer la palabra “dulce” y “París” en la misma frase aviva las papilas gustativas de cualquiera. Y es que aunque muchos la reconozcan por la Torre Eiffel, París también cuenta con una gran variedad gastronómica en la que, para qué vamos a mentirnos, sus dulces nos han ganado.
Y no solo hablamos del mítico croissant, al que nosotros le añadimos cualquier ingrediente. Sigue leyendo y adéntrate en el escaparate de una pâtisserie parisina de la mano de estos cinco dulces.
1. Éclair
Elaborado con una masa ligera de leche, huevo, harina y mantequilla, y rellena de cualquier tipo de crema deliciosa. En su interior puedes encontrar desde chocolate hasta merengue, pasando por crema de café. Mmmmmmm…
2. Paris-Brest
Con una forma similar a la del Roscón de Reyes, el Paris-Brest es un dulce elaborad con la misma masa que se utiliza en los profiteroles, espolvoreada con almendras laminadas y tostadas, y rellena de crema de manteca, café o praliné.
3. Merveilleux
No es exclusivo de París, pero se ha convertido en uno de los más demandados. De hecho, su nombre significa “maravilloso”, por lo que ya podemos imaginar su sabor. Se trata de dos tartitas de merengue cubiertos por nata montada y copitos de chocolate.
4. Macarons
No es la primera vez que los ves. Tanto es así que muchas cafeterías españolas también los ofrecen. Son dos pequeñas galletas redondas y suaves unidas por una crema de sabor que, normalmente, coincide con el color de estas dos masitas.
5. Crêpes
Típicos, ¿verdad? Dicen que no comerás un crêpe tan bueno como en París. Supongo que habrá que visitar la capital francesa para comprobarlo. Como ya conoces, el crêpe es una masa de harina de trigo, huevo, mantequilla, leche y un poquito de sal. Además, suelen acompañarse del ingrediente que más te plazca. Es el dulce perfecto para los amantes del salado. Irónico, ¿verdad?
Ahora que ya conoces cinco de los dulces más típicos de París, deja de salivar y ve haciendo la maleta. Tu paladar necesita ejercitarse… ¡y mucho!