La ciudad de la reina más bella
Jordania es un país con poco menos de siete millones de habitantes que limita al norte con Siria, al noroeste con Irak, al este y sur con Arabia Saudí y el Mar Rojo y al oeste con el Mar Muerto. Es desde 1946 una monarquía constitucional y es uno de los países más estables y de mejor calidad de vida de su entorno.
Hay innumerables motivos por los que es necesaria su visita: lugares ancestrales, maravillosos entornos naturales, impactantes zonas desérticas junto con humedales reserva de la biosfera e impactantes ciudades salidas de un cuento de las mil y una noches.
Una de los lugares que son visita de obligado cumplimiento en Jordania es la ciudad de Petra, el lugar turístico más conocido del país y considerado la octava maravilla del Mundo Antiguo. Nada nos prepara para el impacto de su visión: una ciudad rojiza excavada por completo en las rocas hace más de 2000 años por los nabateos; una ciudad de paso que unía las rutas de la seda y las especias y que conectaba China y la India con el sur de Arabia.
No se permite la llegada a la ciudad con vehículos motorizados –podemos alquilar un camello, un carruaje de caballos o un borrico para llegar hasta allí-. Para llegar es necesario acceder por el Siq, un cañón estrecho de un kilómetro de longitud, rodeado de acantilados de 80 metros de altura, que ya es una experiencia en sí misma. Tras atravesar el Siq, lo primero que veremos es la impactante fachada del Al-Khazneh (El Tesoro), tiene 30 metros de ancho y 43 de alto y está excavada en la rosa roca para ser la tumba de un rey nabateo.
Tras esta primera impresión el impacto continuará en la visita: existen más de 500 tumbas excavadas en la roca –enriquecidas con complicados grabados- y construidas para perdurar a través de los siglos. También hay un gran teatro de estilo romano con capacidad para 3000 personas que desafía la imaginación del visitante.
Obeliscos, templos, altares se reparten por toda la ciudad y dominando el valle se eleva el Monasterio de Ad-Deir: ochocientos peldaños excavados en la roca son necesarios para llegar hasta él. Otro impactante monumento es el santuario del siglo XIII, construido para conmemorar la muerte de Aarón, hermano de Moisés.
Dos impresionantes museos se encuentran en el interior de Petra: el Museo Arqueológico y el Museo Nabateo, ambos tienen un importante fondo de procedencia nabatea que dan una idea de la forma de vida de los habitantes de la antigua ciudad jordana.
Dentro del recinto de la ciudad varios artesanos de la cercana ciudad de Wadi Musa y del asentamiento beduino próximo , ofrecen en sus puestos artesanía local para la venta: cerámica, joyas beduinas y botellas de arena de colores de la zona.
Cuando vayamos a Petra tenemos que tomar una serie de precauciones: llevar calzado cómodo, agua abundante y una preparación de espíritu que nos permita no sucumbir al síndrome de Stendhal ante la visión de tanta belleza e historia juntas.