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América Sur

Puno, una fiesta a orillas del Titicaca

La ciudad andina celebra cada 4 de noviembre su fundación por el virrey Pedro Antonio Fernández de Castro.
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Corría el año 1668 cuando el virrey del Perú, Don Pedro Antonio Fernández de Castro, decide fundar una ciudad con urbanismo colonial español a orillas del lago Titicaca. La llama Puno, como la región en la que se encuentra, en el extremo sur del actual Perú. Poco a poco se consolida como centro artesanal gracias al puerto que levantan en plena bahía del lago, hoy el muelle de la ciudad. Cada 4 de noviembre, sus habitantes celebran la decisión del regente. Hoy los puneños son casi 150.000 y no dudan en engalanar sus calles para la que es la fiesta del año. Danzas por las calles, exposiciones, desfiles militares, degustaciones gastronómicas y un sinfín de actividades en torno al arte y la cultura local que la convierten en uno de los atractivos turísticos más interesantes de Perú. Pero Puno no es solo interesante ese día. La ciudad que mantiene su núcleo colonial prácticamente intacto, con una Catedral barroca en el centro que destaca por sus tallados en piedra y su monumentalidad. A ella hay que sumar otras que fusionan el barroco español con elementos indígenas, así como edificios civiles de la talla de la Casa del Corregidor, una de las residencias más antiguas de Puno, o el curioso Museo de la Coca, con mucha información sobre la planta. La Casa del Conde de Lemos, el Fuerte San Luis de Alba y el Santuario de Chancharani son otros de los puntos que hay que visitar antes de ir a conocer el lago Titicaca y navegar por él. Con una superficie de 8.560 kilómetros cuadrados, es el lago navegable más alto del mundo, con más de 36 islas. Algunas, como Taquile y Amantaní, permiten desembarcar al turismo y que éste pueda compartir la vida diaria de sus habitantes. Pero no se pueden comparar a la isla de los Uros, 40 islotes flotantes en los que sus habitantes continúan viviendo como sus antepasados, manteniendo sus costumbres, y que permite conocer la vida precolombina. Llegar no es sencillo, pero ya hemos visto que merece la pena. El aerpuerto más cercano está a 45 minutos, en Juliaca. El vuelo desde Lima se demora algo menos de dos horas. Luego, el paraíso andino.