Viajestic» Escapadas

ALPES FRANCESES

10 imprescindibles para una escapada veraniega a Grenoble

La ciudad francesa no entiende de estaciones, porque es igual de interesante en pleno invierno, con las montañas a rebosar de esquiadores, como en verano, cuando los bosques cercanos invitan al paseo. Pero no solo por los alrededores, sino también por su centro dinámico, su rica gastronomía y sus edificios históricos.
Imagen no disponible | Montaje
Imagen no disponible | Montaje
Imagen no disponible | Montaje
Imagen no disponible | Montaje
Imagen no disponible | Montaje
Imagen no disponible | Montaje
Imagen no disponible | Montaje
Imagen no disponible | Montaje
Imagen no disponible | Montaje
Imagen no disponible | Montaje
Imagen no disponible | Montaje
Imagen no disponible | Montaje

Grenoble es una de las ciudades más interesantes del sureste francés. Conocida como 'la capital de los Alpes', es la segunda más importante de la región Ródano-Alpes tras Lyon, lo que le permite disfrutar de unas infraestructuras bastante modernas. Con más de 2000 años de historia, pasear por la ciudad permite descubrir el encanto alpino desde un punto de vista diferente, sobre todo en verano, cuando no hay la excusa de los descensos en las estaciones alpinas para no tomarnos un par de días y conocer bien el casco antiguo.

Sede de varios centros de investigación y técnicos de entre los más importante de Europa, es una ciudad que trata de aplacar con sonrisas y calidez un frecuente frío consecuencia de estar casi arrinconada entre tres macizos: el de Vercors (al suroeste), de Belledonne (al este) y de la Chartreuse (al norte). Y lo hace con una gran gastronomía, muchos locales donde disfrutar de cervezas artesanas y terrazas que, sobre todo en verano, invitan a departir durante horas. De hecho, es ahora un buen momento para conocer Grenoble, sin pasar excesivo calor, a un paso de las montañas y con todo el 'charme' francés.

Estos son nuestros imprescindibles para volver enamorados y, sobre todo, con muchas ganas de repetir experiencia.

1. Teleférico a La Bastilla. Empezamos por lo más turístico y que nadie se quiere perder. Se trata de las famosas 'burbujas' que sobrevuelan el río Isère para llegar a La Bastilla, una fortaleza desde la que observar toda la ciudad. También se puede subir andando, si se está en buena forma física, y no supone más de 45 minutos. Inaugurado en 1934, sus cabinas tienen un encanto pop innegable. La bastilla merece la pena como lugar histórico, así como unión geográfica de los tres macizos.

2. Plaza de Notre Dame. Es el corazón de la ciudad antigua, una plaza única en la que conviven la Catedral y el antiguo palacio del Obispado. Además, buena parte de los callejones para hacer compras y tapear están a un paso, por lo que es casi imposible no pasar por allí. Uno de nuestros preferidos, la hamburguesería gourmet L'Hamburgé, que une la tradición francesa con la hamburguesa para crear auténticas delicias (y en esta línea van muchos de los pequeños restaurantes de la zona).

3. Plaza Grenette. Si hay un lugar en verano que reúna a la gente, es esta plaza con varias terrazas que llenan prácticamente el centro de la misma. Cervecerías y heladerías, panaderías y restaurantes, ocupan un espacio en el que ver y ser vistos. Es un epiecentro perfecto para unas horas de compras y, aunque todo quede cerca en Grenoble, es el mejor lugar para rematar la tarde o el vermú del mediodía.

4. Puentes sobre el Isère. Son varios, cada uno con una arquitectura diferente, y son el mejor modo de entender la difícil complegidad que supuso para la ciudad el vivir junto a los macizos montañosos, sobre todo para el distrito que queda al otro lado del río. Junto a ellos hay pequeñas cervecerías y panaderías artesanas donde retomar fuerzas si nos decidimos a subir la montaña, así como bares de juegos de mesa para departir como el K fée des jeux.

5. Museo Dauphinois.Se encuentra ubicado en un antiguo convento del siglo XVII que ya merece por sí mismo una visita. Mantiene su claustro, sus jardines y la estructura, pero el interior es una interesante sucesión de exposiciones temporales y permanentes en las que poder conocer historia de la región, el mundo alpino, ciencia... dependiendo de cada temporada. El ascenso por la montaña, así como el descenso, permite buenas vistas de la ciudad (perfectas como alternativa para los que no tengan tiempo de subir a La Bastilla).

6. Garaje Helicoidal. Amantes de la arquitectura art decó, aquí tienen un espacio que les hará gastar toda la tarjeta de la cámara haciendo fotos. Geometría, formas curvas, industrialismo a lo bestia... Imposible no asombrarse con este garaje en funcionamiento, con plazas públicas de aparcamiento, en pleno centro de la ciudad, levantado en 1932 para albergar a 225 coches y que ya está declarado 'Patrimonio del siglo XX' de Grenoble.

7. Museo de la Resistencia y la Deportación. Sin duda, un espacio interesantísimo para conocer la vida en Grenoble durante los años de la dictadura de Vichy y la Segunda Guerra Mundial. Impresiona ver las puertas de las cárceles de los presos políticos, ver imágenes y objetos de los deportados, cómo se obligaba al alistamiento, la propaganda bélica de los dos bandos... No deja indiferente y la entrada es gratuita.

8. Plaza de Saint André. Una de las más bonitas del casco antiguo y con dos de los monumentos esenciales que no debes pasar por alto: la iglesia de Saint André, con su imponente campanario gótico, y el antiguo Parlamento del Delfinato, corazón del poder político durante la Edad Media. Allí se encuentra el segundo café más antiguo de Francia: el Café de la Table Ronde, con mucho encanto y los sabores tradicionales.

9. Recorrido Stendhal. Grenoble es la ciudad en la que nació el escritor de 'Rojo y negro', de ahí que se haya creado una ruta en torno a los lugares en los que él vivió: la vivienda en la que nació, la casa Gagnon, hogar de su abuelo donde pasó gran parte de su infancia, o los cafés que solía visitar.

10. Rugby. Grenoble vive por y para el rugby, un deporte con más arraigo entre sus habitantes que el fútbol y que se demuestra cada jornada de la máxima división francesa, donde tienen al equipo local. Si se está allí en día de partido, acercarse al estadio (por cierto, en uno de los parques más grandes y polivalentes de la ciudad, lleno de rincones para jugar en familia o, sencillamente, tumbarse en el césped) y comprar una entrada es una más que buena opción.

Llegar a Grenoble es sencillo por las buenas comunicaciones en el sureste francés. Si se prefiere ir en avión, aunque hay aeropuerto, no conecta con España. El más cercano sería el de Lyon, con autobuses directos y sin paradas intermedias cada hora.

Más información:
Turismo de Grenoble

Cargando...