¿LO SABÍAS?

Cómo afecta el frío a la gasolina de tu coche

Las bajas temperaturas que caracterizan estos meses de invierno tienen más efectos en nuestro coche de los que podemos esperar. Desde Centímetros Cúbicos te contamos cómo afecta el frío al combustible de tu vehículo.

Arrancar coche fríoPexels

Con la llegada del invierno, el mercurio de los termómetros desciende de manera considerable dejando fuertes heladas y temperaturas que, en la mayoría de ocasiones, rondan los 0ºC. Durante estos meses es muy común que tu vehículo sufra alguna que otra avería generada por el frío, más aún si cabe en aquellas situaciones en las que el coche duerma en la calle.

Los automóviles están diseñados para funcionar de forma óptima en un rango de temperatura concreto, por lo que las cifras extremas, ya sea por calor o frío extremo, siempre van a afectar de una forma u otra a nuestro vehículo. Uno de los elementos que más sufre estas circunstancias es, sin duda alguna, la batería. Y es que tras los meses de estío, donde las altas temperaturas son protagonistas, la batería del coche sufre un proceso de autodescarga por el calor que provoca su deterioro y, por lo tanto, que falle más durante el invierno.

Sin embargo, este elemento no es el único afectado por el descenso de las temperaturas. El diésel o gasolina de nuestro coche también se resiente durante este periodo. Con temperaturas cercanas a los 0 grados, se habla de que el consumo puede subir entre un 10 y un 15 por ciento, pero, ¿a qué se debe este aumento?

¿Por qué aumenta el consumo de mi coche en invierno?

Existen varios detonantes que ocasionan un aumento considerable en el consumo del combustible. En primer lugar, el motor, con las bajas temperaturas, tarda más tiempo en calentarse y en llegar a la temperatura óptima de funcionamiento. Con el objetivo de mantener un rendimiento constante, este inyectará más combustible, incrementando no solo el consumo, sino que también las emisiones.

Arrancar coche frío | Pexels

En segundo lugar nos encontramos como el aceite. Esta sustancia, en estas condiciones, tampoco alcanzará la temperatura óptima, provocando que sus propiedades de lubricación se reduzcan, lo que aumenta considerablemente las fricciones internas, derivando a su vez en un mayor requerimiento de energía y, por tanto, de combustible.

El apartado eléctrico y los neumáticos también juegan un papel importante en este mayor consumo invernal. En el caso del alternador, este tendrá que trabajar más de lo habitual para producir más energía eléctrica. Las ruedas, por su parte, verán como su aire interior se enfría, haciendo que la presión disminuya. Y como ya sabemos, a menor presión de las ruedas más rozamiento con el asfalto, lo que se traduce en más gasto de gasolina.

Para intentar reducir el impacto de las bajadas de temperatura, lo más recomendable es que tu vehículo pase la noche en un garaje. Otros consejos serían evitar el abuso de la calefacción y tener mucho ojo con la gasolina y el depósito. Si este no está lleno, el aire húmedo y frío llenará los espacios vacíos y terminará condensándose, lo que afectará también a la calidad de conducción.