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Una medida para mejorar la seguridad

La DGT aclara: no todos los vehículos tendrán que llevar alcoholímetro obligatorio

El consumo de alcohol está detrás de un importante porcentaje de las muertes en carretera. Por eso, la DGT quiere erradicar esta actitud imponiendo la instalación de alcoholímetros en los vehículos.

En los últimos años el número de accidentes de tráfico con víctimas mortales ha disminuido de manera notable, una disminución que se ha debido a numerosos factores entre los que se encuentran, por ejemplo, la mayor efectividad de las campañas de tráfico, la llegada de nuevas normas más estrictas relativas al uso del vehículo o la incorporación de nuevas tecnologías de control que han permitido anticiparse a la acción de los potenciales infractores.

Es evidente también que existe un mayor nivel de concienciación entre los conductores, que cada vez son más conscientes de que acciones como exceder el límite de velocidad o conducir tras haber consumido alcohol o drogas supone un importantísimo peligro que suele terminar desembocando en un accidente de tráfico. Respecto al consumo de alcohol, la DGT quiere terminar de raíz con el problema, y lo quiere hacer ya desde el año que viene.

Alcoholímetros obligatorios en los vehículos: ¿en todos?

Así es como la Dirección General de Tráfico quiere que conducir tras haber consumido alcohol sea mucho más complicado: obligando a instalar alcoholímetros vinculados al arranque del vehículo, una medida que, si termina por aprobarse en forma de ley (algo que aparentemente va a suceder) podría comenzar a aplicarse ya a partir de 2022.

La clave de esta nueva medida es, como ya has podido adivinar, la instalación de alcoholímetros asociados a la electrónica del vehículo, de manera que si un conductor ha consumido alcohol y posteriormente se pone al volante para intentar conducir, deberá primero soplar para que el alcoholímetro le de el visto bueno. Si éste último detecta niveles de alcohol superiores a los permitidos, bloqueará el arranque del vehículo para que éste no pueda ni siquiera ponerse en funcionamiento.

Eso sí, se trata de una medida que, en caso de aprobarse, no aplicará a todos los vehículos: la DGT ya ha explicado que se trata de una medida que -al menos inicialmente- se limita al terreno profesional, de manera que serán los conductores de camiones, autobuses y demás los que tendrán que someterse a las pruebas de alcohol de su propio coche. El coste de la aplicación de esta medida no será económico, ya que el propio aparato suele rondar los 1000€ (lleva varios años en el mercado), una cifra a la que hay que sumar la instalación en el vehículo, una instalación que, como mínimo, tendrá un coste de 200€.