PRÁCTICA E INGENIOSA
Se encuentra en un pequeño municipio vizcaíno, se basa en una plataforma giratoria y está pensada para los autobuses que conectan el pueblo costero con otros términos.
Elanchove es un pequeñísimo municipio de País Vasco, perteneciente a la provincia de Vizcaya, a unos 50 km de Bilbao, capital de la región. Desde hace relativamente poco tiempo, esta población, con menos de 400 habitantes censados, cuenta con una de las rotondas más extrañas de España y única en nuestro país, pues funciona de tal forma que los conductores de los grandes vehículos para los que está diseñada no tengan que girar para cambiar de dirección.
En esencia, se trata de una plataforma circular y mecánica que gira sobre un eje central gracias a un motor hidráulico. Su objetivo es que los autobuses de línea que unen el pueblo con otros más grandes no tengan que maniobrar con extrema dificultad en la plaza donde se ubica. Esto ha permitido a los escasos vecinos de Elanchove continuar disfrutando del que es, desde hace varias décadas, su único servicio de transporte público sin necesidad de modificar su casco urbano.
La instalación de esta glorieta giratoria y automática, de la que sólo se conoce un caso en todo el territorio nacional, es una solución extraordinaria, ingeniosa y sumamente práctica para que autocares largos y pesados puedan modificar su sentido de la marcha sin perder mucho tiempo o poner en riesgo el mobiliario urbano, los coches aparcados o los edificios próximos. Simplemente, el autobusero se detiene sobre la señalización y una tecnología tan rudimentaria como útil se encarga del resto.
Esta idea está sirviendo de inspiración para otros municipios españoles con superficies limitadas y cruces con dimensiones muy reducidas donde la pericia del conductor es determinante. Sin duda, su colocación en este lugar ha debido de costar más dinero a su ayuntamiento que una rotonda tradicional, pero sirva ello de ejemplo de cómo se han de usar los impuestos para mejorar la vida de los ciudadanos.