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BMW X1 xDrive20d, a prueba. ¿Cómo le ha sentado el cambio generacional al nuevo X1?

BMW X1 xDrive20d, a prueba. ¿Cómo le ha sentado el cambio generacional al nuevo X1?

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El BMW X1 es el nuevo SUV compacto de BMW. Acaba de ser completamente renovado, y estamos estrenando su segunda generación. Esta segunda generación estrena una nueva plataforma llamada UKL2, que comparte con el BMW Serie 2 Gran Tourer. Su arquitectura es de motor delantero transversal, y es la primera vez que un SUV de BMW está disponible con tracción delantera o total en lugar de tracción trasera o total. Un SUV más alineado con el mercado, al que el cambio le ha sentado de maravilla.

Una evolución lógica en el segmento

Hemos probado una versión xDrive20d, con motor turbodiésel de 190 CV, cambio automático y tracción total.
El nuevo BMW X1 es más corto que su predecesor - mide 4,44 metros - y es también más alto - casi 1,60 metros. A pesar de ser más corto también en batalla es un coche mucho más espacioso que su predecesor, con uno de los mejores maleteros del segmento. A nivel estético, tenía mis dudas. Cuando recogí el coche en la sede de BMW me quedé gratamente sorprendido. Es un coche que gana muchos enteros en vivo, las fotos hacen apenas justicia a su diseño.
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Su frontal es puramente BMW, y aunque su calandra es más grande, sus ópticas LED con ojos de ángel siguen siendo las protagonistas, junto a sus dos antinieblas laterales. Los elementos de la línea xLine aumentan su estética off-road, como es el caso de sus taloneras plateadas o las barras de techo que adornan su perfil. Un perfil limpio y rectilíneo que mejora sustancialmente con llantas de al menos 18 pulgadas, como las opcionales que lleva nuestra unidad.
El anterior BMW X1 era más largo, más bajo y menos amplio en su interior. Es una evolución lógica.
En la parte trasera asoman dos tubos de escape gemelos y unas ópticas LED muy bonitas. En el interior la evolución es aún mayor, y esta sí que lo separa del resto de SUV del segmento. Porque BMW ha conseguido que sus acabados interiores y terminaciones sean las mejores. Allá donde miremos no habrá un mal ajuste o un crujido. La disposición del salpicadero es similar a la de la Serie 2 Tourer, con una consola central pequeña y muchos huecos donde dejar objetos. El salpicadero está presidido por una pantalla TFT (de 8,8 pulgadas en nuestra unidad). Desde ella se manejan todos los sistemas de infoentretenimiento a través del control iDrive, situado entre los dos asientos. Aunque en algunos ocasiones obliga a colocar la mano en una posición incómoda y requiere de cierta adaptación, es un sistema muy eficaz y cómodo. La instrumentación es sencilla, y como en los últimos BMW, combina relojes analógicos con una pantalla TFT.
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La suite ConnectedDrive permite usar la conexión a internet del coche para consultar servicios online, como tráfico en directo.
Donde hay un salto muy sustancial con respecto a la anterior generación es en el espacio disponible. Es un coche mucho más diáfano, menos "cueva". Y sus plazas traseras son las más amplias del segmento, con diferencia. Un salto generacional enorme. El maletero tiene 505 litros de capacidad, también la más grande de entre sus competidores premium, el Audi Q3 y el Mercedes GLA. Si abatimos los asientos, queda una superficie plana con 1.550 litros de capacidad.

Al volante del motor diésel de 190 CV

La versión que hemos probado cuenta con un motor 2.0 turbodiésel de cuatro cilindros, con 190 CV de potencia y un par motor muy cuantioso, 400 Nm entre las 1.750 rpm y las 2.500 rpm. Este coche lleva cambio automático de ocho relaciones, una caja desarrollada por ZF francamente agradable. Es el segundo diésel más potente de la gama, por detrás del diésel de 231 CV del xDrive25d. Muchos consumidores optarán por la opción intermedia, un diésel de 150 CV.
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Tiene tres modos de conducción: ECO PRO, NORMAL y SPORT. Varía la respuesta de acelerador, dirección y caja de cambios.
El motor 2.0 TwinPower Turbo diésel es muy silencioso y apenas vibra, ni al ralentí ni en marcha. Es un motor lineal y progresivo, no es explosivo ni tiene la patada de otros diésel de antaño. Pero es contundente, y permite cruceros de velocidad francamente buenos, así como un 0 a 100 km/h de 7,6 segundos. Su nivel de consumos me ha convencido, con una media de ordenador de sólo 5,4 l/100 km en un recorrido de Madrid a Gijón por carretera, puertos y autopista. La amortiguación y la calidad de rodadura es más confortable que en su predecesor, más burguesa si no equipamos una suspensión deportiva opcional. Pero donde no he notado apenas diferencias es en su paso por curva, que sigue siendo tan bueno como el de su predecesor, a pesar de tener una arquitectura diferente. Evidentemente, su mayor altura provoca unas inercias algo superiores en curva, pero es imposible percibirlo en una conducción que no sea deportiva. Lo que BMW ha conseguido con el nuevo X1 es una máquina que ahora juega en la misma liga que el Audi Q3 y el Mercedes GLA. Una liga en la que es la clara referencia del segmento. Ya no es una propuesta tan diferente, pero sí es una propuesta más lógica y sensata, mucho más práctica y capaz para lo que los clientes realmente harán con el coche.