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SATÉLITE TERRESTRE
Para llegar a esta conclusión se analizaron muestras del suelo lunar con más de 2.000 millones de años de antigüedad.
El lenguaje científico puede ser muy confuso… y profuso. Pero su precisión es imprescindible para comprender el mensaje. Por eso, si hablamos de meteoritos, es necesario comenzar haciendo algunas distinciones. Un asteroide es una roca de más de un metro o un conjunto de rocas de este tamaño que orbitan alrededor del Sol.
Un meteoroide, por su parte, es el hermano pequeño: una roca de menos de un metro que también tiene al Sol como su centro. Meteoro, mientras tanto, es la luz visible que se produce cuando un meteoroide pasa a través de la atmósfera de la Tierra. Y, finalmente llega el meteorito: básicamente el meteoroide que se estrelló con nuestro planeta.
La mayoría (99 %) de los meteoritos recuperados son fragmentos de asteroides. Unos pocos meteoritos raros provienen de la Luna (0,7 %) y Marte (0,5 %). Cada día caen sobre la Tierra unos 14.000 kilos de polvo cósmico, lo que nos da una enorme oportunidad para comprender el universo.
Estudiar los meteoritos nos permite analizar algunos de los materiales originales que formaron los planetas hace miles de millones de años. Se descubren los primeros momentos del sistema solar, la edad y la composición de los diferentes cuerpos y las temperaturas alcanzadas en las superficies e interiores de los asteroides.
Los meteoritos lunares (rocas que se encuentran en la Tierra y que fueron expulsadas de la Luna por el impacto de un asteroide o posiblemente un cometa) son muy raros pero brindan mucha información. Llegan a nuestro planeta en parte gracias a que la Luna no tiene atmósfera para detenerlos: los meteoritos la golpean y debido a su escasa gravedad, todo el polvo y las rocas que levantan, salen despedidos y nuestro campo gravitatorio las captura y llegan a la Tierra.
Pero lo interesante de estos choques es que los impactos que vemos en la Luna coinciden con algunos en nuestro planeta. Precisamente esto es lo que descubrió un equipo de científicos de la Universidad de Curtin (Australia), liderados por Alexander Nemchin. De hecho, lo que descubrieron fue que el impacto de asteroides en la Luna hace millones de años coinciden con gran precisión con algunos de los mayores impactos de meteoritos en la Tierra, como el que acabó con los dinosaurios.
El estudio, publicado en 'Science', también descubrió que los principales eventos de impacto en la Tierra no fueron eventos independientes, sino que fueron acompañados por una serie de impactos más pequeños, lo que arroja una nueva luz sobre la dinámica de los asteroides en el sistema solar interior, incluida la probabilidad de asteroides potencialmente devastadores en la Tierra.
El equipo de investigación internacional estudió "perlas" de vidrio microscópicas de hasta dos mil millones de años que se encontraron en el suelo lunar traído a la Tierra en diciembre de 2020 como parte de la misión lunar Chang'e-5 de la Agencia Espacial Nacional China. El calor y la presión de los impactos de meteoritos crearon estas perlas de vidrio, por lo que su distribución de edad debería imitar los impactos, revelando la línea de tiempo de los "bombardeos".
De acuerdo con Nemchin, los hallazgos implican que el momento y la frecuencia de los impactos de asteroides en la Luna pueden haberse reflejado en la Tierra, lo que nos da mucha información sobre la evolución de nuestro propio planeta.
"Para llegar a esta conclusión – explica Nemchin en un comunicado–, combinamos una amplia gama de técnicas analíticas microscópicas, modelos numéricos y estudios geológicos y así determinamos cómo y cuándo se formaron estas perlas de vidrio microscópicas de la Luna. Descubrimos que algunos de los grupos de edad de las cuentas de vidrio lunares coinciden precisamente con las edades de algunos de los cráteres de impacto terrestre más grandes, incluido el cráter de impacto de Chicxulub, responsable del evento de extinción de los dinosaurios. Más aún, los eventos de gran impacto en la Tierra, como el cráter de Chicxulub hace 66 millones de años, podrían haber estado acompañados por una serie de impactos más pequeños. Si esto es correcto, sugiere que las distribuciones de frecuencia de edad de los impactos en la Luna podrían proporcionar información valiosa sobre los impactos en la Tierra o el sistema solar interior".
Para Katarina Miljkovic, coautora del estudio, los resultados no solo aportan información sobre el pasado, también sobre el futuro de nuestro planeta: "el siguiente paso será comparar los datos de estas muestras de Chang'e-5 con otras muestras lunares y con las edades de los cráteres para poder descubrir otros eventos de impacto significativos en la Luna. Esto podría revelar qué impactos han afectado la vida en el planeta y cómo lo harán en el futuro".
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